lunes, 8 de febrero de 2016

EL CORAZÓN DE LAS ENSEÑANZAS DE BUDA - THICH NHAT HANH (PARTE 14)


El tercer fundamento es ser concientes de la mente en la mente. Ser concientes de la mente es percibir las formaciones mentales. Cualquier cosa que se –forma-, cualquier cosa que está hecha de algo más, es una formación. Una flor es una formación. Nuestra ira es una formación mental. Algunas formaciones mentales están presentes constantemente y se denominan –universales- (contacto, atención, sensación, percepción y volición). Otras surgen en determinadas circunstancias (afán, determinación, consciencia, concentración, sabiduría). Algunas elevan el espíritu y nos ayudan a transformar el sufrimiento (formaciones mentales sanas y beneficiosas), y otras son pesadas y nos aprisionan en nuestro sufrimiento (formaciones mentales insanas o perjudiciales). Hay formaciones mentales que en algunas ocasiones son sanas y en otras insanas, como la somnolencia, el arrepentimiento, el pensamiento inicial y el pensamiento desarrollado Cuando el cuerpo y la mente necesitan descansar, dormir es sano, pero dormir todo el tiempo puede ser insano. Cuando nuestros pensamientos nos ayudan a ver con claridad, son beneficiosos, pero si la mente está dispersa en todas direcciones, esa clase de pensamientos son perjudiciales.
Nuestra consciencia está llena de bellos aspectos como la fe, la humildad, la dignidad, la ausencia de deseo, de ira, de ignorancia, la diligencia, la tranquilidad, el interés, la ecuanimidad y la no violencia. 
Las formaciones mentales básicas e insanas son la codicia, el odio, la ignorancia, el orgullo, la duda, la visión errónea. Las formaciones mentales secundarias e insanas surgen de las básicas y son la ira, la malicia, la hipocresía, la malevolencia, la envidia, el egoísmo, el engaño, la astucia, la excitación insana, el deseo de lastimar, la inmodestia, la arrogancia, la agitación, la falta de fe, la indolencia, el descuido, el olvido, la distracción o falta de atención. 
Cuando surge una formación debemos practicar el hecho de reconocerla. Si estamos agitados, y no reconocemos la agitación, esta nos llevará de un lado al otro sin que sepamos lo que ocurre ni porque. Ser concientes de lo que ocurre en nuestra mente, no implica no estar agitados, sino que cuando estamos agitados lo sabemos.
Las formaciones mentales se manifiesten o no, yacen en el almacén de nuestra consciencia en forma de semillas. A veces, alguien puede regar la semilla de la agitación, y ésta se manifiesta entonces en la mente conciente. Al reconocer una formación mental, si es sana, debemos cultivarla, si es insana, la animaremos a regresar al almacén de nuestra consciencia y permanecer allí en estado latente.
Hemos heredado las formaciones mentales de toda la sociedad y de nuestros antepasados. La consciencia individual esta formada de consciencia colectiva, y la consciencia colectiva de la consciencia individual. No pueden separarse. Al observar profundamente nuestra consciencia individual, sentimos la consciencia colectiva. Nuestras ideas de belleza, bondad y felicidad, por ejemplo, provienen de nuestra sociedad.

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