jueves, 30 de abril de 2015

La felicidad real.

Una vez que el Buda le pidió que explicara la verdadera felicidad. 
Enumeró diversas acciones saludables producende la felicidad, que son verdaderas bendiciones. 
Todas estas bendiciones se dividen en dos categorías:
 La realización de acciones que contribuyan al bienestar de los demás mediante el cumplimiento de las responsabilidades de la familia y la sociedad.

 La realización de acciones que limpian la mente. 


La propia felicidad es inseparable del bien de los demás. 

Y por fin, dijo:
Cuando nos enfrentamos a todos los altibajos de la vida, y la mente permanece inquebrantable,no lamentándose, no generar contaminaciones, siempre sintiéndose seguro;
esta es la mayor felicidad.

No importa lo que surja, ya sea dentro del microcosmos de la propia mente y el cuerpo de uno o en el mundo exterior, uno es capaz de enfrentarlo - no con tensión, con ansia y apenas contenida aversión - pero con total facilidad, con una sonrisa que viene de la profundidades de la mente. 
En cada situación, agradable o desagradable, deseado o no deseado, uno no tiene
ansiedad, uno se siente totalmente seguro, seguro en la comprensión de la impermanencia. Esta es la mayor bendición.

El Objetivo
El arte de vivir como lo enseña S.N. Goenka

lunes, 6 de abril de 2015

Budismo ciencia de la mente


La felicidad común: El sufrimiento del cambio
Algunas personas han calificado al budismo como una religión negativa que identifica todo lo que experimentamos como sufrimiento y no reconoce felicidad en absoluto. Esta, sin embargo, es una visión mal informada. Es cierto que el budismo habla sobre nuestra felicidad habitual, la felicidad como el sufrimiento del cambio. Esto significa que este tipo de felicidad es insatisfactoria: nunca dura y nunca tenemos suficiente de ella. No es verdadera felicidad. Si, por ejemplo, comer helado fuera verdadera felicidad, entonces cuanto más comiéramos de él en una sentada, más felices llegaríamos a ser. Pero pronto alcanzamos un punto en el que la felicidad de comer helado se torna en infelicidad y sufrimiento. Lo mismo es el caso al sentarnos al sol o movernos a la sombra. Esto es lo que significa el sufrimiento del cambio.
El budismo, sin embargo, proporciona muchos métodos para superar las limitaciones de nuestra felicidad común, este sufrimiento del cambio, para que alcancemos el estado eternamente gozoso de un buda. Sin embargo, a pesar de los inconvenientes de nuestra felicidad común, el budismo también explica las fuentes para conseguir esa clase de felicidad. El budismo proporciona esta enseñanza porque uno de sus axiomas básicos es que todo el mundo quiere ser feliz y nadie quiere ser infeliz. Y, ya que todo el mundo está buscando felicidad y, como seres comunes, no sabemos de ninguna otra clase de felicidad que no sea la común, la acostumbrada, el budismo nos dice cómo conseguirla. Sólo cuando ese deseo y necesidad de felicidad ha sido satisfecho en el nivel más básico de la felicidad común, podemos aspirar a niveles más profundos, más satisfactorios de ella, con avanzadas prácticas espirituales.
Lamentablemente, sin embargo, como el gran maestro budista indio Shantideva escribió en Involucrarse en el comportamiento del bodisatva (sPyod-‘jug, sct. Bodhicharyavatara) (I.28):
Aunque poseen la mente que desea evitar el sufrimiento,
Ellos corren precipitadamente dentro del sufrimiento mismo.
Aunque desean felicidad, producto de la ingenuidad (gti-mug, sct. moha),
Ellos destruyen su propia felicidad como si se tratara de un enemigo.
En otras palabras, aunque deseamos la felicidad, somos ingenuos sobre sus fuentes y así, en lugar de crear más felicidad para nosotros mismos, creamos solamente más infelicidad y dolor.
La felicidad es una sensación
Aunque hay muchos tipos de felicidad, aquí enfocaremos nuestra atención en la felicidad común. Para entender sus fuentes, primero necesitamos tener claro qué entendemos por “felicidad”. ¿Qué es esta felicidad (bde-ba, sct. sukha) que todos queremos? Según el análisis budista, felicidad es un factor mental, en otras palabras, es un tipo de actividad mental con la cual somos conscientes de un objeto en una cierta forma. Es una parte de un factor mental más amplio llamado “ sensación” (tshor-ba, sct. vedana), que cubre un espectro que abarca una amplia gama, desde completamente feliz a completamente infeliz.
¿Cuál es la definición de “sensación”? Sensación es el factor mental que tiene la naturaleza de experimentar (myong-ba). Es la actividad mental de experimentar un objeto o situación de una forma tal que en realidad lo hace una experiencia de tal objeto o situación. Sin una sensación en algún lugar del espectro entre felicidad e infelicidad, no experimentaremos realmente un objeto o una situación. Una computadora asimila y procesa datos, pero una computadora no siente felicidad o infelicidad haciendo esto, una computadora no experimenta los datos. Esta es la diferencia entre una computadora y una mente.
Experimentar un nivel de felicidad o infelicidad acompaña tanto a la cognición de un objeto sensorial -una visión, sonido, olor, sabor, o sensación física, tal como placer o dolor-, como a la cognición de un objeto mental, tal como cuando pensamos en algo. No tiene que ser dramático o extremo. Puede ser a un nivel muy bajo. De hecho, cierto nivel de sentir felicidad o infelicidad acompaña cada momento de nuestra vida, incluso cuando estamos profundamente dormidos sin sueños, experimentamos esto con una sensación neutra.
La definición de felicidad
El budismo proporciona dos definiciones para felicidad. Una es definida en términos de nuestra relación con un objeto, mientras que la otra es definida en términos de nuestra relación con el estado de la mente de la sensación en sí misma.
La primera define felicidad como la experiencia de algo de una forma satisfactoria, basado en creer que es de beneficio para nosotros mismos, aunque pueda o no serlo en realidad. Infelicidad es la experiencia de algo de una forma insatisfactoria, tortuosa. Experimentamos algo neutralmente cuando no es ni satisfactorio ni tortuoso.
La segunda define felicidad como la sensación con la que, cuando ha cesado, deseamos encontrarnos una vez más. Infelicidad es la sensación que, cuando surge, deseamos separarnos de ella. Mientras que una sensación neutra es la sensación que, cuando surge o cesa, no tenemos ninguno de los dos deseos.
Las dos definiciones están relacionadas. Cuando experimentamos algo en una forma satisfactoria, la forma en que experimentamos el objeto es que el objeto, literalmente, “viene a nuestra mente” (yid-du ‘ong-ba, sct. manapa) de una forma satisfactoria. Aceptamos el objeto y éste permanece confortablemente como el objeto de nuestra atención. Esto implica que sentimos nuestra experiencia del objeto como algo beneficioso para nosotros: nos hace feliz; se siente bien. Debido a eso, queremos que el beneficio de esta experiencia continúe y, si cesa, querríamos que regresara. Coloquialmente, diríamos que disfrutamos del objeto y de la experiencia de él.
Cuando experimentamos un objeto de forma tortuosa, esta experiencia de infelicidad del objeto, literalmente, “no viene a nuestra mente” (yid-du ma-‘ong-ba, sct. amanapa) de una forma placentera. No aceptamos al objeto y no permanece en nuestra atención confortablemente. Sentimos que nuestra experiencia del objeto no es de beneficio y, de hecho, nos hiere. Queremos que termine. Coloquialmente, diríamos que no disfrutamos del objeto o de la experiencia de él.
Exageración de las cualidades de un objeto
¿Qué significa sentir comodidad con un objeto? Cuando estamos cómodos con un objeto, lo aceptamos tal como es, sin ser ingenuos, y sin exagerar o negar sus buenas cualidades o sus defectos. Este punto nos trae a la discusión las emociones perturbadoras (nyon-rmongs, sct. klesha; emociones aflictivas) y su relación con si experimentamos un objeto con felicidad o infelicidad.
Una serie de emociones perturbadoras son el deseo, apego y codicia. Con las tres, exageramos las buenas cualidades de un objeto. Con el deseo, queremos conseguir el objeto si no lo tenemos. Con el apego, no queremos perderlo cuando lo tenemos; y con la codicia, queremos más incluso cuando lo tenemos. Con estas emociones perturbadoras, tendemos a ignorar los defectos del objeto. Estos no son estados felices de la mente, debido a que no encontramos el objeto satisfactorio. Esto significa que no estamos satisfechos con el objeto. No lo aceptamos tal y como es.
Por ejemplo, cuando vemos a nuestra novia o novio al cual estamos muy apegados, podemos experimentar la visión con felicidad. Estamos satisfechos con ver a esa persona; lo encontramos satisfactorio. Pero tan pronto como nuestro apego surge en la medida en la que exageramos las buenas cualidades de la persona y de estar con él o ella, y exageramos las cualidades negativas de estar sin esta persona, entonces nos sentimos insatisfechos e infelices. No aceptamos la situación de ver la persona ahora y simplemente disfrutar del momento, sino que queremos más y tememos que él o ella se vayan. Consecuentemente, de repente, experimentamos el ver a nuestro amor con descontento, intranquilidad e infelicidad.
Otra serie de emociones perturbadoras son la aversión, el enojo y el odio. Con estas, exageramos los defectos o cualidades negativas del objeto y queremos evitarlo si no lo tenemos; queremos deshacernos de él cuando lo tenemos; y cuando cesa, no queremos que se repita. Estas tres emociones perturbadoras están normalmente mezcladas con miedo. Tampoco son estados felices de la mente, debido a que no estamos satisfechos con el objeto. No lo aceptamos tal y como es.
Por ejemplo, podemos tener una endodoncia. El objeto de nuestra experiencia es una sensación física de dolor. Pero si la aceptamos por lo que es, sin exagerar sus cualidades negativas, no seremos infelices durante el procedimiento. Podríamos experimentar el dolor como una sensación neutra: lo aceptamos durante el tiempo que dura el procedimiento, y mientras tanto no rezamos por salir de ello rápidamente; y cuando el dentista para de perforar, no deseamos que siga taladrando más. Tenemos ecuanimidad acerca del dolor de la perforación – ni repulsión, ni atracción, ni ingenuidad-. De hecho, durante el procedimiento, podríamos experimentar felicidad enfocándonos en el pensamiento de que estamos previniendo futuros dolores de muelas.
Tomen nota de que estar feliz o satisfecho con algo no excluye querer más o querer menos de algo, basado en la necesidad. Esto no nos hace inactivos de tal forma que nunca intentemos mejorar las cosas o mejorarnos a nosotros mismos o a nuestras situaciones de vida. Por ejemplo, podemos aceptar, estar satisfechos y consecuentemente estar felices con el progreso que hemos hecho llevando a cabo un proyecto de trabajo o en recuperarnos de una cirugía. Pero, basándonos en la necesidad, podemos aún querer hacer un progreso mayor sin ser infelices con lo que ya hemos conseguido. Lo mismo es el caso con la cantidad de comida en nuestro plato o la cantidad de dinero que tenemos en el banco, si de hecho la realidad es que no tenemos suficiente y necesitamos más. Sin exagerar los aspectos negativos de no tener suficiente comida para comer o dinero en el banco, o sin negar los beneficios de tener más, podemos esforzarnos en conseguir más comida o dinero sin ser infelices por ello. Si tenemos éxito, está bien; y si fallamos, está bien también, de alguna manera lo manejaremos. Pero aún así lo intentamos. Lo más importante, intentamos conseguir más, pero sin el vagabundeo mental de las especulaciones por el éxito o las preocupaciones por fallar.
Shantideva lo pone muy bien en su capítulo de la paciencia (VI.10):
Si puede ser remediado,
¿Por qué estar de un humor de perros por algo?
Y si no puede ser remediado,
¿De qué sirve estar de un humor de perros por ello?

viernes, 3 de abril de 2015

Esclarecer qué es lo que nos impulsa a actuar













El Budismo enseña que todo acto está precedido por un pensamiento. 

Detrás de nuestras acciones está el marco conceptual con el que nos relacionamos con la vida, la identificación con los procesos mentales a los que llamamos “yo”. 
Esclarecer qué es lo que nos impulsa a actuar, debería tener más significado que la búsqueda de algún paraíso irreal en un futuro incierto.
Todo el reconocimiento social, la fama, el éxito o la riqueza que uno pueda alcanzar en esta vida, no se comparan con la tranquilidad que se experimenta de poder actuar con libertad, en lugar de ser arrastrados inconscientemente por las tendencias vertiginosas o las imposiciones de la sociedad. 
Mientras actuamos comprendiendo las consecuencias de nuestros actos y nos responsabilizarnos de estas, podemos decidir de qué manera queremos influir sobre la vida a nuestro alrededor.

Gassho