miércoles, 28 de enero de 2015

Enseñanzas de Thich Nhat Hanh (1)


El largo camino para la alegría
1] Tu ya llegaste. Por lo tanto, siente el placer en cada paso y no te preocupes con las cosas que todavía tienes que superar. No tenemos nada delante de nosotros, apenas un camino para ser recorrido a cada momento con alegría. Cuando practicamos la meditación peregrina, estamos siempre llegando, nuestro hogar es el momento actual y nada más.
2] Por causa de eso, sonríe siempre mientras andas. Aunque tuvieses que esforzarte un poco y sentirte ridículo. Acostúmbrate a sonreír y terminarás alegre. No tengas miedo de mostrar que estás contento.
3] Si piensas que la paz y la felicidad están siempre adelante, jamás conseguirás alcanzarlas. Trata de entender que ambas son tus compañeras de viaje.
4] Cuando andas, estás mas ajeando y honrando la tierra. De la misma manera, la tierra está tratando de ayudarte a equilibrar tu organismo y tu mente. Entiende esta relación y trata de respetarla Que tus pasos sean dados con la firmeza del león, la elegancia del tigre, la dignidad de un emperador.
5] Presta atención a lo que sucede a tu alrededor. Concéntrate en tu respiración eso te ayudará a liberarte de los problemas y ansiedades que tratan de acompañarte en tu camino.
6] Al caminar, no eres tu apenas que te estás moviendo, sino todas las generaciones pasadas y futuras. En el mundo llamado de real el tiempo es una medida, pero en el verdadero mundo no existe nada más allá del momento presente. Ten plena conciencia que todo lo que ya sucedió y todo lo que sucederá está en cada paso tuyo.
7] Diviértete. Haz de la meditación peregrina un constante encuentro contigo mismo; jamás una penitencia en busca de recompensas. Que siempre crezcan flores y frutos en los lugares donde tus pies toquen..

miércoles, 21 de enero de 2015

COMPRENSIÓN, COMPASIÓN Y PERDÓN - Thich Nhat Hanh


El perdón es fruto de la comprensión. Podremos tener muy buena voluntad para perdonar y sin embargo no podemos perdonar porque la amargura está todo el tiempo allí, el sufrimiento está siempre allí. Incluso sabiendo que el perdón será apreciado, no podemos perdonar, aunque tengamos muy buena voluntad.
Para mí, el perdón es el resultado de la mirada profunda,
de la comprensión.
Entre los años setenta y ochenta, recibíamos en nuestra
oficina de París, muy malas noticias de Vietnam y de los campos de refugiados.
Un día, me enteré de la historia de una pequeña, una “Boat people” de once años. Ella fue violada por un pirata en el mar, y cuando su padre trató de interponerse, ellos lo lanzaron al océano. Después de haber sido violada por el pirata, la niña se lanzó al agua y se ahogó.
Este era el tipo de noticias que nos llegaban con frecuencia.
Yo me enfadé mucho . Como seres humanos, tenemos el derecho de estar enfadados, pero como practicantes, no tenemos el derecho de no practicar.
No pude comer, era demasiado para mí.
Fui al bosque cercano a practicar la meditación caminando.
Y para calmarme, intenté estar en contacto con los árboles,
los pájaros y el cielo azul.
Me senté a meditar. La meditación fue larga.
Durante la meditación, me vi como un niño, un bebé,
nacido en la zona costera de Tailandia.
Mi padre, un pobre pescador, mi madre, una mujer sin instrucción alguna,
y desde varias generaciones la pobreza habita en nuestra casa.
Yo crezco en ese medio. Cuando cumplo catorce años voy al mar con mi padre para ganarme la vida. Un trabajo muy duro. Cuando mi padre muere, tomo su lugar. Hay otro pescador que me dice que hay muchos “Boat people” que huyen de Vietnam cargados de riquezas y joyas. Y si nos podemos aprovechar, tan sólo una vez, robando un poco de oro, saldremos de nuestra eterna pobreza.
Como soy un pobre pescador sin instrucción, me dejo tentar y le acompaño a robar a la gente de las barcos.
Cuando veo a un pirata que tiene una relación sexual con una mujer,
me siento tentado a imitarlo. Miro a mi alrededor, no veo policía alguno,
ninguna amenaza, y me digo a mí mismo:
“Pruébalo sólo una vez” y me convierto en un pirata violando a una niña.
Ahora, supongamos que tú estás en el barco y tienes un fusil.
Me disparas y me matas. Con eso no me ayudas. Porque en mi vida,
jamás nadie me ha ayudado. Nadie ayudó a mi padre ni a mi madre.
He crecido como un muchacho sin instrucción. Toda mi vida he jugado con chicos delincuentes. He crecido así, como un pobre pescador. Ningún político me ha ayudado jamás. Ningún educador me ha ayudado jamás. Nadie me ha ayudado jamás y es por eso que me he convertido en un pirata.
Y si me disparas, muero y ya está.
Esa noche, durante la meditación, me vi a mí mismo como un pirata,
un joven pescador convertido en pirata.
Constaté que a lo largo de la costa tailandesa,
esa misma noche nacieron varios cientos de bebés y, si hoy nadie les ayuda a tener instrucción y salir de la pobreza, si nadie les ayuda a tener una vida decente, entonces, pienso que esos cientos de bebés, en veinte años, serán piratas.
Cuando vi todo esto, mi cólera hacia los piratas descendió.
Comprendí que si yo hubiera nacido como ese muchacho, en un miserable pueblo de pescadores, yo también me habría convertido en pirata.
Y si me disparas, simplemente muero.
Cuando la comprensión penetró en mi corazón,
la cólera comenzó a disiparse y en lugar de sentirme enfadado
contra ese pescador, sentí compasión por él e hice el voto de hacer
lo que estuviera en mi mano para ayudar a los bebés nacidos esa noche
a lo largo de la costa tailandesa.
Y la forma de energía llamada cólera se transformó en la energía de la compasión y esto fue posible gracias a la meditación.
El perdón no habría sido obtenido sin esta forma de comprensión,
y la comprensión es el fruto de la mirada profunda.
Yo la llamo meditación.
Thich Nhat Hanh- 
prisión de Maryland, Octubre 1999.
Del libro ‘Be free where you are’

lunes, 12 de enero de 2015

MI PRÁCTICA DE ESTA SEMANA (Del 12 al 18 de Enero)



Cada vez que me encuentre con alguien le preguntaré con interés sobre su vida, qué tal está de salud, cómo esta su familia, su pareja, sus padres o sus hijos; cómo le va en el trabajo, en las vacaciones o en sus actividades de ocio. 


Me alegraré y le felicitaré por sus éxitos y bienestar, compartiré sus problemas y dificultades y le ofreceré sinceramente mi ayuda para cualquier cosa que necesite. 

Si me preguntan por mi vida y mis cosas, responderé brevemente y sin darle importancia, como si ese tema no me interesara en absoluto. Escucharé con atención a los demás y trataré de serles útil en todo lo que pueda.

Cuando vaya a hablar con alguien recordaré esta motivación con la intención firme de aplicarla correctamente y cuando me separe de esa persona repasaré mis palabras para ver si conseguí el propósito.
Aunque a veces me olvide de ello, seguiré intentándolo de nuevo hasta que se convierta en un hábito, en algo espontáneo y natural.