Un espacio para el ocio, bien pensado. Reflexion, comentarios, ironia, lo que sea...todo vale.
miércoles, 27 de abril de 2016
El ser Padres ...by Osho
Los padres han cargado con la idea, a través de las eras, de
que los hijos les pertenecen y éstos tienen que ser fotocopias.
Una fotocopia no es algo hermoso, y la existencia no cree en copias, ella se regocija en la originalidad.
Tienes que ayudarles a superarte sin que te imiten.
Este es en realidad el deber de los padres, pues los niños imitan y, naturalmente, a quién van a imitar sino a los padres, que son los más cercanos.
Hasta ahora, los padres han disfrutado mucho el que los niños traten de ser como ellos.
El padre se siente orgulloso de que su hijo sea como él.
Pero así una vida se desperdiciará; el hijo entonces no sería necesario, bastaría con el padre.
lunes, 25 de abril de 2016
Meditacion de la semana 25.04: Aguantando el abismo.
"Medita, porque este momento será significativo para ti. Siempre que alguien muere, alguien con quien te has relacionado profundamente, alguien con quien has sido muy íntimo, alguien con quien has estado feliz e infeliz, triste y enojado, alguien con quien has conocido todas las estaciones de la vida además alguien que de alguna manera se ha convertido en una parte de ti y tú te has convertido en una parte de él o de ella, cuando alguien así muere, no es sólo una muerte que ocurre afuera, es una muerte que ocurre adentro también. [Ella] llevaba una parte de tu ser, así que cuando ella muere, esa parte de tu ser también muere. Ella satisfacía algo en ti. Ella desaparece y quedan las heridas.
Tenemos muchos agujeros en nuestro ser. Debido a esos agujeros buscamos la compañía del otro, el amor del otro. Con la presencia del otro nos arreglamos de alguna manera para llenar esos agujeros. Cuando el otro desaparece, esos agujeros están ahí de nuevo... abismos que se abren como cavernas. Puede que los hayas olvidado, pero los sentirás junto con el dolor. Utiliza entonces estos momentos para una meditación profunda porque tarde o temprano esos agujeros se llenarán de nuevo. Estos agujeros desaparecerán otra vez. Antes de que esto suceda es bueno adentrarse en esos agujeros, para entrar en ese vacío que ella dejará trás de sí.
Utiliza pues estos momentos. Siéntate en silencio, cierra tus ojos, ve hacia adentro. Y simplemente ve qué ha sucedido. No pienses en el futuro, no pienses en el pasado. No te adentres en las memorias porque eso es vano. Sólo entra. ¿Qué te ha sucedido? Ella está muerta; ahora ¿qué te ha sucedido? ¿Qué te está sucediendo? Sólo adéntrate en ese proceso. Eso te revelará muchas cosas. Te transformarás completalmente si puedes penetrar esos agujeros. No intentarás llenarlos otra vez, pero aún así puedes amar.
Uno puede amar sin llevar de ninguna manera al otro al interior y satisfacer una cierta necesidad profunda que está ahí. Uno puede amar como un lujo... porque uno tiene que compartir y uno desea compartir. Entonces el amor no es más una necesidad; tú no estás ocultando tus heridas detrás de esto.
Adéntrate pues en estas heridas, entra en este vacío, entra en esta ausencia, y observa; esto es lo primero.
Lo segundo: recuerda que la vida es realmente efímera, está deslizándose tan momentánea. Vivimos en un mundo mágico. Seguimos haciéndonos ilusiones. Una y otra vez el engaño cae. Una y otra vez la realidad hace erupción. Una y otra vez alguien muere y se te recuerda que la vida no es confiable, que uno no debería depender demasiado de la vida. En un momento está ahí, en otro momento se ha ido. Es una burbuja de jabón apenas un pequeño pinchazo y se ha ido. De hecho cuanto más entiendes la vida, más te maravillas de cómo es que existe. Entonces la muerte no es el problema; la vida se convierte en el problema. La muerte parece natural.
Es un milagro que exista la vida, una cosa tan temporal, una cosa tan momentánea. Y no sólo existe, la gente confía en ella. La gente depende de ella, la gente cuenta con ella. Pone todo su ser a su pies, y es sólo una ilusión, un sueño. En cualquier momento se va y uno se queda llorando. Con ella se va todo el esfuerzo, todo el sacrificio que habías hecho por ella. De repente todo desaparece. Así que obsérvala, esta vida momentánea, ilusoria como un sueño.
Y la muerte le está llegando a todos. Todos estamos parados en la fila, y la fila está continuamente acercándose a la muerte. Ella desaparece; la fila es un poco mas pequeña. Ella ha hecho espacio para una persona más. Cada persona que muere te acerca más a tu propia muerte, así que cada muerte es básicamente tu muerte. En cada muerte uno está muriendo y acercándose a la parada total. Antes de que esto suceda, uno tiene que hacerse tan consciente como le sea posible.
Si confiamos demasiado en la vida, tendemos a volvernos inconscientes. Si empezamos a dudar de la vida esta supuesta vida que siempre termina en muerte entonces nos volvemos más conscientes. Y en esa consciencia una nueva clase de vida comienza, sus puertas se abren, la vida que es inmortal, la vida que es eterna, la vida que va más allá del tiempo"".
Osho. The Passion for the Impossible
miércoles, 20 de abril de 2016
Osho sobre Creatividad....
Creatividad
La distinción entre el arte subjetivo y el arte objetivo se basa fundamentalmente en la meditación. Todo lo que sale de la mente seguirá siendo arte subjetivo, y todo lo que sale de la no-mente, del silencio, de la meditación, será arte objetivo.
La distinción entre el arte subjetivo y el arte objetivo se basa fundamentalmente en la meditación. Todo lo que sale de la mente seguirá siendo arte subjetivo, y todo lo que sale de la no-mente, del silencio, de la meditación, será arte objetivo.
Esta definición es simple y va a destruir tu confusión. Ya sea que tú estés creando algo - puede que seas un escultor, puede que seas un carpintero, un pintor, un poeta, un cantante, un músico - todo lo que hay que recordar es que está saliendo de un silencio dentro de ti , que tiene una espontaneidad. No está preparado, preprogramado, pre-pensado. Al estar creando algo, seguirás sorprendiéndote tú mismo; te has puesto en las manos de la existencia.
sexo y meditación By Osho.
Dos caminos para la energía: sexo y meditación
Reinicio
mi
charla
con
una
breve
historia.
Hace
muchos,
muchos
años,
vivía
en
cierto
país,
un
joven
y
famoso
pintor.
Una
vez
decidió
crear
un
retrato
realmente
grandioso,
un
retrato
en
vivo
lleno
de
la
alegría
de
Dios,
con
un
par
de
ojos
que
irradiasen
paz
eterna.
Emprendió
la
búsqueda
de
una
persona
cuyo
retrato
reflejase
la
luz
eterna,
etérea.
Recorrió
pueblo
tras
pueblo
y
una
selva
tras
otra
en
busca
de
esa
persona.
Finalmente
halló
un
pastor
cuyos
ojos
brillaban,
cuyo
rostro
y
aspecto
daban
la
vaga
sensación
de
que
provenía
de
una
morada
celestial.
Bastaba
echarle
una
mirada
para
convencerse
de
que
Dios
también
se
halla
presente
en
el
hombre.
El
artista
pintó
un
retrato
de
este
hombre.
Millones
de
copias
del
retrato
se
vendieron
por
todas
partes.
La
gente
se
sentía
agradecida
por
poder
colgar
el
retrato
en
sus
paredes.
Luego
de
un
intervalo
de
veinte
años,
cuando
el
artista
había
envejecido,
pensó
en
hacer
otra
obra
maestra.
Había
experimentado
que
la
vida
no
es
sólo
bondad;
también
Satanás
mora
en
el
hombre.
La
idea
de
pintar
un
cuadro
de
Satanás
le
perseguía,
pues
sólo
tendría
un
hombre
completo
si
tenía
las
dos
pinturas,
complementándose
la
una
a
la
otra.
Había
realizado
una
pintura
de
la
cualidad
divina;
ahora
deseaba
retratar
a
la
encarnación
del
mal.
Deseaba
hallar
a
un
hombre
que
no
fuese
un
hombre,
sino
un
demonio.
Recorrió
templos
del
vicio,
bares
y
manicomios.
El
sujeto
debía
estar
lleno
de
los
fuegos
del
infierno;
su
rostro
debía
mostrar
todo
lo
que
es
malo,
feo
y
sádico.
Debía
ser
un
símbolo
del
pecado...
Después
de
prolongada
búsqueda,
el
artista
encontró
a
un
prisionero
en
una
cárcel.
El
hombre
había
cometido
siete
asesinatos,
y
por
eso
se
le
había
sentenciado
a
ser
ahorcado
en
pocos
días.
El
infierno
era
obvio
en
sus
ojos;
irradiaban
odio.
Su
rostro
era
el
más
desagradable
que
pudieras
encontrar.
El
artista
comenzó
a
retratarlo.
Al
terminar,
trajo
su
pintura
anterior
y
colocó
una
pintura
al
lado
de
la
otra
para
apreciar
el
contraste.
Desde
el
punto
de
vista
artístico,
era
muy
difícil
decidir
cuál
era
la
mejor.
Las
dos
eran
maravillosas.
Permaneció
de
pie,
mirando
los
dos
cuadros.
Y
entonces
oyó
un
sollozo.
Volteó
la
cabeza
y
vio
al
prisionero
encadenado
y
llorando.
El
pintor
se
quedó
perplejo.
Preguntó:
«Amigo
mío,
¿por
qué
lloras?
¿En
qué
forma
te
perturban
estas
pinturas?»
El
prisionero
respondió:
«He
intentado
ocultar
la
verdad
durante
todos
estos
días,
pero
hoy
me
he
visto
vencido.
Tú
quizás
no
sabes
que
la
primera
pintura
también
es
mi
retrato.
Ambos
son
retratos
míos.
Yo
soy
el
mismo
pastor
que
encontraste
hace
veinte
años
en
las
montañas.
Lloro
por
mi
caída
en
los
últimos
veinte
años,
del
cielo
al
infierno,
de
Dios
a
Satanás».
No
sé
cuán
cierta
pueda
ser
esta
historia.
Sin
embargo,
una
cosa
es
segura:
la
vida
del
hombre
tiene
dos
lados
opuestos,
dos
pinturas.
En
cada
hombre
están
presentes
tanto
Satanás
como
Dios.
En
cada
hombre
existen
tanto
la
posibilidad
del
cielo
como
la
del
infierno.
En
el
hombre
puede
crecer
un
ramo
de
hermosas
rosas;
también
en
el
hombre
puede
acumularse
un
montón
de
barro.
Todos
los
hombres
están
balanceándose
entre
estos
dos
polos.
El
hombre
puede
llegar
a
cualquiera
de
estos
dos
extremos.
La
mayoría
de
las
personas
se
in-clinan
hacia
lo
infernal.
Son
escasos
los
afortunados
que
aspiran
a
lo
espiritual,
que
permiten
que
la
cualidad
divina
crezca
en
ellos.
¿Po-demos
lograr
transformar
nuestra
vida
en
un
templo
de
Dios?
¿Podemos
acaso
transformarnos
en
una
pintura
que
deje
en
evidencia
a
Dios?
¿Cómo
es
posible
esto?
Con
esta
pregunta
reinicio
la
discusión
de
hoy.
¿Cómo
puede
el
hombre
transformarse
en
el
reflejo
de
Dios?
¿Es
acaso
posible
conver-tir
la
vida
del
hombre
en
un
paraíso,
en
una
fragancia,
en
una
belleza,
en
una
armonía?
¿Es
posible
para
un
hombre
conocer
aquello
que
es
inmortal?
¿Cómo
puede
el
hombre
entrar
en
el
templo
de
Dios?
En
este
contexto,
los
hechos
de
la
vida
evidencian
un
avance
en
la
dirección
opuesta.
En
la
niñez
nos
encontramos
en
el
paraíso;
pero,
a
medida
que
envejecemos,
terminamos
en
el
infierno.
El
mundo
de
la
niñez
está
lleno
de
inocencia
y
pureza.
Luego,
avanzamos
poco
a
poco
en
un
camino
lleno
de
mentiras
y
perfidia,
y
para
cuando
somos
ancianos,
somos
viejos
no
sólo
en
cuanto
al
cuerpo,
sino
que
también
nuestras
almas
han
envejecido.
No
es
sólo
el
cuerpo
el
que
se
debilita
y
se
vuelve
enfermizo,
sino
que
el
alma
también
llega
a
un
estado
de
ruina.
Damos
este
cambio
por
sentado,
como
un
hecho
consumado,
damos
por
finalizado
el
asunto
y
también
nosotros
mismos
nos
damos
por
acabados.
Acerca
de
esta
caída,
respecto
al
viaje
entre
cielo
e
infierno,
la
religión
es
fatalista.
El
viaje
debiera
ser
hecho
en
la
dirección
opuesta.
El
viaje
debiera
resultar
ventajoso:
de
la
pena
a
la
alegría,
de
la
oscuridad
a
la
luz,
de
la
mortalidad
a
la
inmortalidad.
Alcanzar
lo
inmortal
desde
lo
mortal
es
el
anhelo,
la
sed
de
nuestra
alma
más
re-cóndita.
La
única
búsqueda
del
alma
consiste
en
ir
desde
la
oscuridad
hacia
la
luz.
Lo
único
que
desea
la
energía
primaria
es
ir
desde
lo
falso
hacia
lo
verdadero.
Pero
para
ese
viaje,
el
hombre
debe
preservar
su
energía,
debe
permitir
que
su
energía
crezca.
Para
ascender
hacia
la
Verdad,
para
llegar
al
alma,
el
hombre
debiera
esforzarse
por
transformarse
en
un
depósito
de
fortaleza
ilimitada.
Sólo
entonces
podrá
alcanzar
lo
Eter-no.
El
paraíso
no
es
para
los
débiles.
Repito,
el
paraíso
no
es
para
los
débiles.
La
Verdad
de
la
Vida
no
es
para
aquellos
que
disipan
energía
y
se
vuelven
endebles
y
blandos.
Aquellos
que
malgastan
la
energía
de
la
vida
y
se
vuelven
insípidos
e
impotentes
en
su
interior,
no
pue-den
emprender
esta
jornada.
Escalar
esas
alturas
requiere
energía,
y
la
conservación
de
la
energía
es
el
requisito
primordial
de
la
religión.
Pero
somos
una
gene-ración
débil
y
enferma.
Poco
a
poco
nos
deslizamos
hacia
profun-didades
de
más
y
más
debilidad,
debido
a
la
pérdida
de
energía.
La
vitalidad
se
disipa,
y
lo
que
queda
en
nuestro
interior
es
un
panal
de
celdillas
secas.
No
queda
nada,
excepto
un
espantoso
vacío.
Así
es
nuestra
vida,
si
la
podemos
llamar
así.
Nuestra
vida
es
sólo
una
triste
historia
de
continua
pérdida.
La
vida
que
llevamos
no
es
provechosa.
¿A
qué
se
debe
esta
situación
tan
poco
atractiva?
¿Cómo
perdemos
nuestra
energía?
El
mayor
escape
de
energía
en
el
hombre
es
a
través
del
sexo
y
debería
ser
obstruido.
A
nadie
le
gusta
soportar
pérdidas,
sin
embargo,
tal
como
les
dije
antes,
existe
un
motivo
irresistible
que
lleva
al
hombre
a
abusar
de
su
energía.
Debido
al
beatífico
vislumbre
que
obtiene
en
el
sexo,
el
hombre
es
arrastrado,
lo
quiera
o
no,
a
perder
energía
una
y
otra
vez.
Debido
al
luminoso,
pero
huidizo,
éxtasis
que
el
sexo
otorga,
éste
ejerce
un
atractivo
tan
magnético
que
el
hombre
se
precipita
en
él
perdiendo
aquello
que
es
la
base
de
todo.
Si
el
mismo
éxtasis
pudiera
obtenerse
mediante
algún
otro
medio,
uno
dejaría
de
malgastar
su
energía
a
través
del
sexo.
¿Existe
alguna
otra
alternativa
para
vivir
esa
misma
experiencia?
¿Existe
acaso
algún
otro
medio
a
través
del
cual
podamos
vivir
la
misma
exaltada
experiencia,
por
la
cual
penetramos
en
los
lugares
más
apartados
del
alma,
por
la
cual
alcanzamos
la
cima
más
elevada
de
la
existencia
y
en
la
que
obtenemos
un
vitalizador
vislumbre
del
éxtasis
sutil
y
de
la
pura
alegría
en
el
cual
todas
las
definiciones
se
evaporan?
¿Existe
alguna
otra
forma?
¿Existe
otra
técnica
con
la
cual
podamos
zambu-llirnos
y
dejamos
llevar
a
ese
sereno
abismo
que
existe
en
nuestro
interior?
¿Existe
acaso
algún
otro
proceso
para
unirse
con
la
fuente
eterna
de
paz
y
felicidad
que
se
halla
en
todos
nosotros?
El
conocimiento
de
esto
significaría
una
metamorfosis
en
el
hombre.
Y
entonces,
el
hombre
le
volvería
la
espalda
a
Kama
y
se
volvería
hacia
Rama;
su
recorrido
sería
«desde
la
lujuria
al
Señor».
Tendría
lugar
una
revolución
interna;
una
nueva
puerta
se
abriría.
Si
al
hombre
no
se
le
muestra
una
nueva
abertura,
dará
vueltas
repetitivamente
en
círculos
y
se
destruirá
a
sí
mismo.
El
arcaico
concepto
del
sexo
que
el
hombre
ha
tenido,
le
ha
impedido
incluso
pensar
en
ninguna
otra
puerta
de
salida,
en
ninguna
salida
superior.
Así
es
como
se
ha
creado
un
gran
caos
destructivo
en
su
vida.
La
naturaleza
ha
dotado
a
la
vida
sólo
con
una
puerta:
la
del
sexo,
pero
las
enseñanzas
a
través
de
los
siglos
han
atascado
esa
puerta
de
descarga.
A
falta
de
una
abertura
adecuada,
la
turbulenta
vitalidad
en
nuestro
interior
da
vueltas
y
vueltas,
estrujando
y
desintegrando
la
personalidad
del
hombre,
convirtiéndole
en
un
neurótico.
Y
además,
el
hombre
desintegrado,
no
puede
utilizar
la
puerta
natural
del
sexo,
y
así
la
oleada
de
energía
proveniente
del
interior
destroza
los
muros
y
ventanas
de
su
ser
y
erupciona...
Como
consecuencia,
el
hombre
se
desploma,
se
hiere
en
la
cabeza,
se
rompe
brazos
y
piernas.
La
energía
sexual,
debido
a
su
confinamiento,
al
cierre
de
su
escape
na-tural
y
debido
también
a
que
la
puerta
supernatural
aún
no
se
ha
abierto,
fluye
por
salidas
no
naturales.
Esta
situación
representa
la
mayor
desgracia
de
la
Humanidad.
Aún
no
se
ha
abierto
una
nueva
puerta
y
la
antigua
ya
está
cerrada.
Es
por
eso
que
me
pronuncio
claramente
en
contra
de
las
enseñanzas
tradicionales
respecto
al
sexo,
que
apuntan
a
la
enemistad
y
a
la
represión.
El
resultado
final
de
todas
estas
antiguas
enseñanzas
es
que
la
sexualidad
ha
crecido
en
el
hombre
y
además
se
ha
per-vertido.
¿Cuál
es
el
remedio?
¿No
existe
acaso
otra
alternativa?
...
Echemos
una
ojeada
a
la
situación
detenidamente.
La
realización
que
se
alcanza
en
el
orgasmo
incluye
dos
elementos:
la
ausencia
de
ego
y
la
ausencia
de
tiempo.
El
tiempo
se
congela
y
el
ego
se
evapora.
Debido
a
la
ausencia
de
ego
y
a
la
detención
del
tiempo,
obtenemos
una
clara
visión
de
nuestro
propio
Yo:
nuestro
verdadero
Yo.
Entramos
en
contacto
momentáneo
con
esa
gloria
y
regresamos
nuevamente
a
la
rutina.
Mientras
tanto
hemos
perdido
una
considerable
cantidad
de
energía.
La
mente
suspira
por
obtener
ese
resplandor,
por
atraparlo
nuevamente,
pero
ese
resplandor,
ese
vislumbre,
es
tan
huidizo
que
apenas
lo
hemos
mirado,
ya
ha
desaparecido.
Lo
que
queda
es
un
anhelo,
una
obsesión,
una
loca
ansiedad
por
obtener
esa
experiencia
nuevamente.
Durante
toda
su
vida
el
hombre
intenta
una
y
otra
vez
asir
aquello;
pero
este
vislumbre,
esta
experiencia
vivificante,
no
per-manece.
Existen
dos
formas
de
alcanzar
esa
superconsciencia,
de
alcanzar
la
esencia
del
Yo
interno:
el
sexo
y
la
meditación.
El
sexo
es
la
puer-ta
que
la
naturaleza
otorga.
Es
un
curso
natural.
Los
animales
lo
tie-nen,
las
aves
lo
tienen,
las
plantas
lo
tienen,
los
hombres
lo
tienen.
Mientras
el
hombre
se
valga
de
esta
puerta
proporcionada
por
la
Naturaleza,
no
se
hallará
por
encima
de
los
animales;
no
puede
elevarse.
Esa
puerta
también
está
al
alcance
de
los
animales.
El
día
en
que
el
hombre
pueda
encontrar
una
nueva
puerta
deberá
ser
considerado
como
el
amanecer
de
la
condición
de
ser
humano
en
él.
Antes
de
eso,
no
somos
humanos.
Antes
de
eso,
el
centro
de
nuestra
vida
coincide
con
el
centro
animal,
el
centro
de
la
Naturaleza.
En
realidad,
estamos
al
nivel
de
los
animales
hasta
que
no
nos
elevemos
sobre
esto,
hasta
que
lo
trascendamos.
Somos
en
apariencia,
hombres;
nos
vestimos
como
hombres,
hablamos
el
lenguaje
de
los
hombres.
Pero
interiormente,
en
el
fondo,
en
nuestro
centro,
somos
como
animales.
No
podemos
ser
más
que
eso.
Y
ése
es
el
motivo
por
el
cual,
a
la
menor
oportunidad,
salta
afuera
el
animal
que
tenemos
adentro.
Durante
la
conmoción
que
supuso
la
formación
de
la
India
y
Pakistán,
llegamos
a
descubrir
que
hay
un
animal
carnívoro
agazapado
tras
la
máscara
del
hombre.
Nos
dimos
cuenta
de
lo
que
son
capaces
de
hacer
los
que
oran
en
los
templos
y
recitan
el
Gita.
Saquean,
asesinan,
violan.
La
misma
gente
que
vimos
ayer
orando
en
templos
y
mez-quitas,
la
vimos
hoy
violando
en
las
calles.
¿Qué
les
ocurrió?
Un
hombre
se
toma
unas
vacaciones
respecto
a
su
humanidad
siempre
que
encuentra
la
más
ligera
oportunidad
para
relajar
sus
obligaciones,
y
el
animal
que
está
siempre
al
acecho
en
su
interior,
que
siempre
está
anhelando
expresarse
totalmente,
se
lanza
afuera.
El
hombre
está
siempre
tenso,
frenando
a
este
animal,
encadenándolo.
En
una
multitud,
en
medio
de
las
aglomeraciones,
halla
la
ocasión
para
deshacerse
de
este
forzado
atavío
de
humanidad
y
olvidarse
de
sí
mismo.
En
medio
de
la
multitud,
reúne
el
valor
necesario
para
ol-vidarse
de
sí
mismo,
de
este
yo
forzado.
El
animal
es
liberado.
El
hombre,
como
ser
humano
individual,
no
ha
cometido
tantos
pecados
como
lo
ha
hecho
mezclado
en
una
multitud.
Un
hombre
en
solitario
tiene
miedo
de
que
alguien
lo
reconozca;
un
hombre
en
solitario
se
preocupa
un
poco
de
la
vestimenta
que
lleva
pues
puede
que
le
reconozcan;
un
hombre
en
solitario
reflexiona
primero
sobre
lo
que
va
a
hacer.
Teme
que
los
demás
le
puedan
llamar
«animal».
Sin
em-bargo,
en
medio
de
una
gran
multitud,
pierde
su
identidad.
No
le
preocupa
ser
identificado.
Ahora
forma
parte
de
la
muchedumbre,
y
hace
lo
que
la
gente
que
le
rodea
está
haciendo.
¿Y
qué
es
lo
que
hace?
Arroja
piedras,
incendia,
viola.
En
medio
de
la
muchedumbre,
aprovecha
la
oportunidad
para
liberar
a
su
ani-mal.
Y
ése
es
el
motivo
por
el
cual
el
hombre
comienza
a
ansiar
la
guerra
cada
cinco
a
diez
años;
espera
alguna
revuelta
a
fin
de
soltarse.
Si
es
con
el
pretexto
del
problema
hindú-musulmán,
para
él
está
bien.
Sino,
la
causa
gujarati-marathi
también
sirve
a
su
propósito.
Si
los
gujarati-
marathis
no
están
listos
para
un
alboroto,
el
problema
entre
la
gente
que
desea
hablar
hindi
y
la
que
no
desea
hacerlo
también
puede
satisfacerle.
Debe
conseguir
un
pretexto,
cualquier
pretexto
para
liberar
a
la
bestia
oculta
en
su
interior.
El
animal
oculto
en
el
hombre
está
frustrado
por
su
encarce-lamiento
continuo.
Aúlla
queriendo
salir.
Pero
a
menos
que
este
ani-mal
sea
vencido,
destruido,
la
consciencia
del
hombre
no
puede
ele-varse
por
encima
de
la
bestialidad.
Nuestra
energía
animal,
nuestra
fuerza
vital,
tiene
sólo
una
puerta
de
salida
fácil,
y
esa
salida
es
la
del
sexo.
El
sellar
ese
canal
producirá
problemas.
Antes
de
sellar
este
canal
es
muy
necesario
abrir
una
nueva
puerta,
de
modo
que
las
energías
puedan
ser
desviadas
en
otra
dirección.
Esto
es
posible,
pero
aún
no
se
ha
hecho
por
la
sencilla
razón
de
que
reprimir
es
mucho
más
fácil
que
transformar.
Es
muy
fácil,
más
fácil,
cubrir
algo,
sentarse
sobre
ello,
que
abordarlo,
transformarlo,
porque
esto
último
requiere
esforzarse
en
una
sadhana,
en
un
continuo
camino
de
acción
meditativa.
De
este
modo
optamos
por
la
represión
interna
del
sexo.
Al
mismo
tiempo,
no
nos
damos
cuenta
de
que
nada
puede
ser
destruido
mediante
la
represión.
Al
contrario,
se
hace
más
fuerte
la
reacción.
También
olvidamos
que
la
represión
intensifica
el
atractivo
por
lo
que
se
reprime.
Aquello
que
reprimimos
se
transforma
en
el
centro
de
nuestra
conciencia
y
se
sumerge
en
los
estratos
más
profundos
de
nuestro
subconsciente.
Lo
reprimimos
durante
nuestras
horas
de
vigilia,
pero
durante
la
noche
aparece
en
nuestros
sueños,
interiormente
espera
con
ansiedad
poder
liberarse
a
la
más
pequeña
oportunidad.
La
represión
no
liberará
de
nada
al
hombre.
Al
contrario,
como
consecuencia,
sus
raíces
entran
profundamente
en
el
subconsciente
y
nos
apresan.
En
el
proceso
de
pisotear
el
sexo,
el
hombre
se
ha
enredado
a
sí
mismo.
Está
atrapado.
Tanto
es
así
que,
aun
cuando
los
animales
son
activos
dentro
de
ciertos
límites
y
en
ciertos
períodos
de
tiempo,
el
hombre
no
tiene
período
ni
límite
respecto
a
este
punto.
El
hombre
es
sexual
durante
todo
el
año,
en
todo
momento.
Sin
excepción,
ninguna
criatura
del
mundo
animal
es
sexualmente
activa
hasta
ese
punto.
Tienen
un
lapso
de
tiempo
específico
para
ello,
un
período,
una
temporada.
Viene
y
se
va.
Por
tanto,
el
animal
nunca
reflexiona
acerca
del
asunto...
Pero
miren:
¿qué
le
ha
ocurrido
al
hombre?
Aquello
que
el
hombre
intenta
reprimir,
suprimir,
se
ha
extendido
a
toda
su
vida,
se
halla
activo
todo
el
tiempo.
¿Has
observado
alguna
vez
que
un
animal
no
está
siempre
activo
sexualmente,
pero
que
el
hombre
se
halla
dispuesto
en
cualquier
momento
y
en
cualquier
lugar?
La
sexualidad
está
humeando
en
su
interior,
como
si
la
sexualidad
lo
fuese
todo
en
la
vida.
¿Cómo
ha
surgido
esta
perversión?
¿Cómo
ocurrió
este
desastre?
¿Por
qué
no
le
ha
ocurrido
a
ningún
animal?
Sólo
existe
un
motivo
para
ello:
el
hombre
ha
intentado
lo
imposible
para
reprimir
al
sexo.
Y
éste,
en
igual
medida,
ha
entrado
en
erupción
atravesando
su
personalidad.
Y
piensa
en
todo
lo
que
tuvimos
que
hacer
para
reprimirlo...
Tuvimos
que
asumir
una
actitud
insultante;
tuvimos
que
degradarlo,
maltratarlo;
tuvimos
que
llamarlo
pecado;
tuvimos
que
vociferar
que
es
pecado;
tuvimos
que
decretar
que
aquellos
que
disfrutaban
del
sexo
debían
ser
despreciados,
debían
ser
desdeñados;
tuvimos
que
inventar
muchos
epítetos
difamatorios,
para
aseguramos
de
que
la
represión
ocurriera.
Pero
no
comprendimos
que
todos
estos
abusos
y
objeciones
envenenarían
todo
nuestro
ser.
Nietzche
dijo
una
frase
que
resulta
muy
indicativa.
Dijo
que,
aun
cuando
la
religión
intentó
envenenar
al
sexo
para
matarlo,
el
sexo
no
murió,
sino
que
sigue
vivo,
pero
lleno
de
veneno.
Hubiese
sido
mejor
que
hubiese
muerto,
pero
no
ha
sido
así.
Está
envenenado,
y
sigue
vivo...
El
plan
falló.
La
sexualidad
que
vemos
a
nuestro
alrededor
es
la
representación
del
sexo
envenenado.
El
gusto
por
el
sexo
también
está
presente
en
los
animales,
pues
el
sexo
es
la
fuente
de
la
vida,
pero
la
sexualidad
sólo
está
presente
en
el
hombre,
no
en
los
animales.
Mira
los
ojos
de
un
animal.
No
encontraremos
allí
lascivia.
Pero
si
observas
los
ojos
del
hombre,
no
verás
otra
cosa
que
la
sucia
lascivia
del
sexo.
Y
así,
los
animales
son
bellos
en
cierta
forma,
pero
no
existe
límite
a
la
fealdad
y
al
hedor
del
hombre,
el
loco
represor.
Por
tanto,
como
primer
paso
para
liberar
al
hombre
de
la
sexua-lidad,
debería
enseñársele
a
los
niños
-niños
y
niñas-
el
sexo
como
materia,
tal
y
como
les
dije
ayer.
Además
de
ese
conocimiento,
la
fea
e
innatural
distancia
que
existe
entre
ellos
debiera
ser
eliminada.
En
realidad,
se
les
debería
acercar
unos
a
otros.
Su
segregación
va
en
contra
de
la
naturaleza.
El
hombre
y
la
mujer
se
han
transformado
en
dos
especies
totalmente
diferentes.
Observando
esta
separación,
estos
compartimentos
hechos
por
el
hombre,
es
difícil
suponer
que
ambos
son
de
la
misma
especie:
seres
humanos.
Si
niños
y
niñas
im-púberes
fuesen
libres
de
moverse
en
la
casa
sin
ropas,
tal
como
quisieran
y
cuando
lo
desearan,
esto
cortaría
de
raíz
la
curiosidad
obscena
e
innatural
que
surge
en
sus
mentes
a
una
edad
posterior.
Sabemos
muy
bien
cómo
esta
ignorancia
respecto
al
cuerpo
del
otro
se
manifiesta
en
cierto
tipo
de
tonta
curiosidad
infantil.
Por
ejemplo,
a
todos
los
niños
de
familias
civilizadas
les
gusta
«jugar
al
médico».
Aún
más:
me
pregunto
si
conocéis
un
nuevo
movimiento
iniciado
por
un
sector
de
la
sociedad
americana.
La
gente
religiosa
intenta
lograr
que
vacas,
búfalos,
perros,
gatos,
caballos
y
otros
animales
no
salgan
a
los
caminos
sin
ropas.
Opinan
que
se
les
debería
vestir
antes
de
sacarlos
a
la
calle.
La
idea
es
que
los
niños
pueden
contaminarse
si
miran
a
un
animal
desnudo.
¡Qué
divertido
es
pensar
que
un
niño
pudiera
contaminarse
viendo
a
un
animal
desnudo!
Quieren
formar
una
institución
que
prohíba
a
los
animales
ir
desnudos
por
las
calles.
¡Observad,
eso
es
lo
mucho
que
se
está
haciendo
para
salvar
al
hombre!
Estos
mal
llamados
redentores
son
los
que
están
destruyendo
al
hombre.
¿Has
notado
alguna
vez
cuán
maravillosos
y
hermosos
son
los
animales,
incluso
desnudos?
Aun
en
su
desnudez
son
inocentes,
simples
y
llanos.
Muy
rara
vez
se
te
puede
haber
ocurrido
que
el
animal
se
halla
desnudo.
No
se
te
ocurre
que
el
animal
está
desnudo,
a
menos
que
ocultes
tu
propia
desnudez
en
tu
interior.
Pero
aquellos
que
son
miedosos
y
cobardes,
lo
están
intentando
todo
debido
a
su
propio
miedo
a
la
desnudez.
El
hombre
está
degenerando
día
a
día
debido
a
las
innovaciones
de
esta
clase
de
remedios.
El
hombre
debiera
ser
tan
simple
que
pudiera
ponerse
de
pie
desnudo,
sin
ropas,
inocente
y
lleno
de
gozo.
Una
persona
como
Mahavira
hizo
eso
precisamente.
Del
mismo
modo,
toda
persona
debería
cultivar
una
mentalidad
que
le
permitiera
ponerse
de
pie
desvestido.
La
gente,
la
gente
religiosa,
afirma
que
Mahavira
descarto
el
llevar
ropas,
que
abandonó
los
vestidos,
pero
yo
lo
niego.
Su
chitta
-su
consciencia-
se
volvió
tan
clara,
tan
inocente,
tan
pura
como
la
de
un
niño.
Cuando
no
queda
absolutamente
nada
que
ocultar,
el
hombre
puede
exponerse
desnudo.
Se
levantó
desnudo
a
enfrentarse
al
mundo.
El
hombre
se
cubre
debido
a
una
sensación
de
que
debe
tapar
algo
en
su
interior.
Pero
cuando
no
hay
nada
que
ocultar,
uno
puede
andar
sin
ropas.
Lo
que
se
necesita
es
un
mundo
en
el
que
cada
indi-viduo
se
sienta
tan
poco
culpable,
donde
tenga
la
mente
tan
pura
y
serena,
que
le
sea
posible
eliminar
sus
ropas.
¿Qué
crimen
hay
en
eso?
¿Qué
peligro
tiene
el
andar
desnudo?
Si
la
ropa
se
utiliza
debido
a
otras
razones,
esa
es
otra
cuestión,
pero
si
las
utiliza
únicamente
debido
al
miedo
a
la
desnudez,
resulta
despreciable.
Las
ropas
que
se
utilizan
debido
al
temor
a
la
desnudez,
indican
una
desnudez
mayor,
son
prueba
de
una
mente
contaminada.
Pero
hoy
en
día,
incluso
vestidos,
nos
sentimos
responsables,
como
si
aún
no
nos
hubiésemos
despojado
de
la
desnudez
interna.
¡Ah,
Dios
es
tan
infantil!
Pudo
haber
creado
al
hombre
con
la
ropa
puesta...
Por
cierto,
por
favor
no
concluyan
que
estoy
en
contra
de
utilizar
ropa.
Pero
no
tengo
reparos
en
proclamar
que
la
ropa
que
se
utiliza
únicamente
debido
al
temor
a
la
desnudez
no
cubre,
sino
que
descu-bre,
la
desnudez.
La
conciencia
de
la
desnudez
es
abyecta,
innatural
y
depravada.
Y
son
antiguas
tradiciones
sociales
las
que
han
produ-cido
esta
conciencia.
Una
persona
puede
seguir
desnuda
aun
vestida,
y
una
persona
desnuda
puede
parecer
vestida.
¿Es
necesario
explicar
más
este
punto
después
de
ver
las
ropas
modernas
pegadas
a
la
piel
de
hombres
y
mujeres?
Este
es
el
resultado
de
la
inclinación
insatis-fecha
por
ver
y
mostrar
el
cuerpo.
Si
hombres
y
mujeres
se
hallasen
familiarizados
con
el
cuerpo
del
sexo
opuesto,
ocurriría
automá-ticamente
que
las
ropas
no
servirían
a
otro
propósito
que
el
de
proteger
el
cuerpo.
Sin
embargo,
¡qué
lástima!,
hoy
en
día
las
ropas
son
diseñadas
para
despertar
la
sexualidad.
¿A
dónde
va
la
civilización
del
hombre
si
la
ropa
ya
no
es
ropa,
sino
que
se
ha
convertido
en
un
auxiliar
de
la
sexualidad?
Por
eso
es
por
lo
que
propongo
que
a
los
niños
se
les
permita
permanecer
des-nudos
hasta
una
cierta
edad.
Deberían
percibir
que
la
necesidad
de
las
ropas
sirve
a
otro
propósito.
Además,
el
concepto
de
la
desnudez
constituye
una
actitud
sub-jetiva.
Para
una
mente
simple,
para
una
mente
inocente,
la
desnudez
no
es
ofensiva:
posee
una
belleza
propia.
Pero
hasta
ahora,
el
hombre
ha
sido
alimentado
con
veneno
y
poco
a
poco,
con
el
paso
del
tiempo,
éste
se
ha
extendido
a
la
vida
entera.
Como
consecuencia,
nuestras
actitudes
se
han
vuelto
desnaturalizadas.
La
opresión
general
ha
en-gendrado
más
complicaciones.
Cuando
hablé
acerca
de
este
tema
en
la
primera
reunión,
en
el
Auditorio
Bharatiya
Vidya
Bhavan,
una
mujer
se
acercó
y
me
dijo:
«Estoy
furiosa.
Estoy
muy
enojada
con
usted.
El
sexo
es
un
tema
infame.
El
sexo
es
pecado.
¿Por
qué
habló
acerca
de
eso
y
de
forma
tan
prolongada?
Yo
desprecio
al
sexo».
Ahora
bien,
observad
esto.
Esta
mujer
desprecia
el
sexo,
aun
cuando
es
una
esposa,
tiene
un
marido
y
también
tiene
hijos
e
hijas.
¿Cómo
puede
amar
a
su
marido,
que
le
arrastra
al
sexo,
y
cómo
puede
amar
a
esos
niños,
que
nacieron
del
sexo?
Su
actitud
hacia
la
vida
está
impregnada
de
veneno.
Su
amor
será
venenoso.
Y
entonces
exis-tirá
un
profundo
abismo
entre
marido
y
mujer.
También
aparecerá
una
cerca
de
espinas
entre
madre
e
hijos,
porque
estos
son
fruto
del
pecado.
La
relación
que
existe
entre
ella
y
su
marido
se
halla
orientada
hacia
el
pecado,
perseguida
por
un
complejo
inconsciente
de
culpa.
¿Y
podemos
acaso
intimar
con
quien
tenemos
una
relación
peca-minosa?
¿Podemos
acaso
armonizar
con
el
pecado?
Aquellos
que
han
envilecido
al
sexo
han
destruido
la
vida
conyugal
en
todo
el
mundo.
Esta
actitud
destructiva
le
ha
producido
al
hombre
daño
y
no
liberación.
El
hombre
que
siente
una
barrera
invisible
entre
él
y
su
esposa
no
puede
sentirse
satisfecho
con
ella.
Mira
a
las
mujeres
que
le
rodean,
acude
a
prostitutas.
Todas
las
mujeres
del
mundo
hubie-sen
sido
hermanas
y
madres
para
él
si
se
hubiese
visto
totalmente
gratificado
en
su
hogar.
A
falta
de
esto,
ve
esposas
potenciales
en
todas
las
mujeres.
Esto
es
natural,
debe
ser
así,
pues
encuentra
veneno,
pecado
y
repulsión
donde
hubiese
debido
recibir
felicidad,
éxtasis,
serenidad.
No
logra
satisfacer
sus
necesidades
primarias
y
entonces
vaga
por
todas
partes,
busca
en
todos
lados,
¿y
qué
es
lo
que
no
es
capaz
de
inventar
para
satisfacer
esas
necesidades
básicas?
Nos
queda-remos
perplejos
si
intentamos
revisar
o
hacer
una
lista
de
todas
las
artimañas
que
ha
inventado.
El
hombre
se
las
ingenió
para
inventar
muchos,
muchos
trucos
y
artimañas,
pero
nunca
pensó
en
reconsiderar
el
impedimento
funda-mental.
Aquello
que
era
una
laguna
de
amor,
se
ha
convertido
en
una
ciénaga
de
sexo,
y
la
ciénaga
está
envenenada.
Y
cuando
existe
una
clara
sensación
de
pecado,
de
veneno,
una
sensación
de
vacilación
entre
esposo
y
esposa,
esa
sensación
de
culpabilidad
echa
por
tierra
la
exaltación
de
la
vida.
Tal
como
yo
lo
entiendo,
si
marido
y
mujer
intentaran
armónica-mente
apreciar
el
sexo
amándose
comprensivamente
el
uno
al
otro,
con
una
actitud
de
pura
alegría,
sin
rechazo
alguno,
su
relación
será
transformada,
elevada.
Y
después
de
que
esto
suceda
puede
que
la
misma
esposa
esté
allí,
pero
que
lo
esté
bajo
la
apariencia
de
una
madre.
He
oído
que
una
vez,
Kasturba
,
la
mujer
de
Gandhi,
viajó
a
Ceilán
con
Gandhiji
y
su
comitiva.
La
persona
que
pronunciaba
el
discurso
de
bienvenida
dijo
que
sentían
afortunados
al
ser
honrados
también
con
la
presencia
de
la
madre
de
Gandhiji
que
acompañaba
al
Sr
Gandhi
en
su
viaje
y
que
estaba
sentada
a
su
lado.
El
secretario
de
Gandhiji
se
quedó
sin
habla.
Era
error
suyo;
debió
haber
presentado
antes
a
todos
los
miembros
de
la
comitiva
a
los
organizadores.
Pero
ya
era
demasiado
tarde;
Gandhiji
ya
estaba
frente
al
micrófono
y
había
iniciado
su
discurso.
El
secretario
se
temía
la
reprimenda
que,
después,
le
podía
dar
Gandhiji.
No
sabía
que
Gandhiji
no
se
iba
a
enojar
con
él,
pues
son
pocas
las
personas
que
logran
transformar
a
su
esposa
en
su
madre.
Gandhiji
estaba
hablando:
«...Es
una
feliz
coincidencia
que
el
amigo
que
me
ha
presentado
haya
dicho,
por
error,
la
verdad.
Desde
hace
unos
pocos
años,
Kasturba
se
ha
transformado
en
mi
madre.
Alguna
vez
fue
mi
esposa,
pero
ahora
es
mi
madre».
Siempre
es
posible,
si
hombre
y
mujer
se
esfuerzan
por
examinar
su
vida
sexual
en
forma
meditativa,
que
se
vuelvan
amigos
y
logren
complementarse
el
uno
al
otro
en
la
transformación
del
sexo.
Y
el
día
en
que
marido
y
mujer
logran
transformar
el
sexo,
nace
entre
ellos
un
sentimiento
de
abrumadora
gratitud.
Pero
en
la
actualidad,
entre
ellos
existe
una
innata
y
sutil
enemistad;
una
inminente
pugna,
y
no
una
serena
amistad.
Se
produce
una
sensación
de
profunda
satisfacción
cuando
cada
uno
actúa
como
medio
para
transformar
los
deseos
sexuales
del
otro.
Una
verdadera
amistad
florece
cuando
se
vuelven
compañeros
en
este
ascenso,
en
la
trascendencia
del
acto
sexual.
Ese
día,
el
hombre
se
llena
de
respeto
por
la
mujer,
porque
ella
le
ayudó
a
liberarse
de
la
lujuria
sexual.
Ese
día,
la
mujer
se
llena
de
gratitud
hacia
el
hombre,
por
la
ayuda
brindada
para
liberarse
de
su
pasión.
Desde
ese
día,
viven
en
real
armonía
amorosa
y
no
sumergidos
en
la
lujuria.
Esta
regeneración
es
el
inicio
del
viaje
al
final
en
el
cual
el
marido
se
transforma
en
dios
para
la
esposa
y
la
esposa
se
transforma
en
la
deidad
para
el
marido.
Pero
esa
posibilidad
se
halla
envenenada.
Dije
ayer
que
es
difícil
encontrar
a
un
enemigo
del
sexo
tan
en-conado
como
yo.
Eso
no
implica
que
maltrate
o
desacredite
al
sexo.
Dije
eso
con
intención,
para
guiarles
en
la
dirección
correcta
de
la
trascendencia,
para
indicarles
cómo
puede
ser
transformada
la
lujuria.
Soy
un
enemigo
del
sexo,
en
el
sentido
de
que
estoy
a
favor
de
la
transformación
del
carbón
en
diamante.
Deseo
transformar
el
sexo.
¿Cómo
puede
hacerse?
¿Cuál
es
el
procedimiento?
Afirmo
que
se
debería
abrir
una
puerta,
una
nueva
puerta.
El
sexo
no
aparece
cuando
el
niño
nace.
Hay
un
tiempo
de
por
medio.
El
cuerpo
reunirá
energía,
las
células
se
harán
fuertes;
transcurre
tiempo
antes
de
que
el
desarrollo
del
cuerpo
se
complete.
La
energía
se
acumulará
y
luego
empujará
hasta
abrir
la
puerta
que
estuvo
cerrada
durante
catorce
años
y
ésa
será
su
entrada
en
el
mundo
del
sexo.
Y
una
vez
que
una
puerta
se
abre,
es
muy
difícil
abrir
una
nueva
puerta
por
medio
de
la
fuerza
vital,
puesto
que
toda
la
vitalidad,
toda
la
energía,
sigue
fluyendo
en
la
dirección
en
que
está
saliendo
a
chorros.
Una
vez
que
el
Ganges
ha
trazado
su
curso,
sigue
fluyendo
en
el
mismo
surco.
No
busca
diariamente
un
nuevo
surco.
El
agua
fresca
viene
todos
los
días,
pero
fluye
por
el
mismo
canal.
Del
mismo
modo,
la
fuerza
vital
también
traza
un
curso
y
luego
sigue
corriendo
por
el
mismo
trazado.
Si
queremos
curar
al
hombre
de
su
sexualidad,
resulta
muy
nece-sario
practicar
una
nueva
abertura
antes
de
que
la
puerta
del
sexo
se
abra.
La
nueva
puerta
es
la
meditación.
A
todos
los
niños,
a
su
más
tierna
edad,
se
les
debería
enseñar
meditación.
Las
falsas
enseñanzas
en
contra
del
sexo
debieran
ser
prohibidas;
se
les
debería
enseñar
meditación.
Es
una
puerta
positiva,
una
abertura
superior.
La
fuerza
vital
debe
decidir
entre
el
sexo
y
la
meditación.
Y
la
meditación
es
una
alternativa
superior.
No
condenes
al
sexo;
en
vez
de
eso,
enseña
la
entrada
a
la
medi-tación.
Las
charlas
dadas
a
niños,
niños
y
niñas,
en
contra
del
sexo
a
una
tierna
edad,
solamente
les
advierten
de
la
existencia
del
sexo.
Esto
es
muy
peligroso.
Más
tarde,
esto
les
conducirá
a
las
perversiones
de
una
sexualidad
inmadura.
Cuando
aún
no
se
ha
abierto
ninguna
puerta,
cuando
las
puertas
están
cerradas,
cuando
la
energía
está
a
salvo,
podría
abrirse
cualquiera
de
las
puertas,
pero
la
insistencia
en
las
enseñanzas
en
contra
del
sexo
es
como
llamar
insistentemente
a
la
puerta
del
sexo.
Una
planta
joven
y
flexible
puede
ser
inclinada
en
cualquier
dirección.
También
se
inclina
humildemente,
por
sí
sola.
Se
endurece
al
crecer.
Si
tratas
de
doblarla
cuando
es
adulta,
se
deformará,
se
rom-perá.
Lo
mismo
ocurre
en
este
caso.
Es
muy
difícil
alcanzar
el
estado
de
meditación
a
una
edad
madura.
Intentar
la
meditación
en
gente
de
edad
es
como
sembrar
fuera
de
estación.
La
semilla
de
la
meditación
podría
sembrase
en
los
niños.
Sin
embargo,
tal
como
el
hombre
es,
se
interesa
por
la
meditación
hacia
el
final
de
su
vida.
Entonces
se
halla
ansioso
por
meditar,
cuando
ya
la
energía
ha
declinado,
cuando
todos
los
caminos
para
mejorar
se
han
vuelto
más
difíciles.
Es
en-tonces
cuando
investiga
la
meditación
y
el
yoga.
Desea
reformarse
cuando
la
suerte
ya
está
echada,
cuando
la
transformación
resulta
difícil.
El
hombre
con
un
pie
en
la
tumba
pregunta
si
podría
liberarse
a
través
de
la
meditación.
Es
extraño...
Esa
idea
es
una
locura.
Nuestro
planeta
nunca
podrá
estar
en
paz
a
menos
que
iniciemos
un
viaje
hacia
la
meditación
en
cada
mente
joven.
Es
inútil
intentarlo
con
aquellos
que
se
encuentran
al
final
de
sus
fuerzas,
que
se
encuen-tran
en
el
atardecer
de
sus
vidas.
Aunque
se
intente,
esto
deman-daría
un
enorme
esfuerzo
que
no
rendiría
muchos
frutos.
El
objetivo
podría
alcanzarse
si
el
intento
se
realiza
temprano
en
la
vida,
cuando
no
exige
mucho
esfuerzo.
Así
pues,
el
primer
paso
hacia
la
transformación
del
sexo
es
iniciar
en
la
meditación
a
los
niños
pequeños.
Enseñarles
a
ser
calmados,
a
estar
silenciosos,
instruírles
acerca
del
estado
de
no-mente.
Aun
cuando
los
niños
no
son
calmados
y
quietos
en
el
sentido
de
los
adultos,
si
se
les
guía
en
la
dirección
correcta,
si
se
les
enseña
a
cultivar
el
discreto
silencio
y
la
placidez
aunque
sea
sólo
por
unos
instantes
cada
día,
una
puerta
se
abrirá
antes
de
que
tengan
catorce
años.
Cuando
el
sexo
levante
su
cabeza,
cuando
la
energía
esté
a
punto
de
rebosar,
comenzará
a
fluir
por
la
puerta
que
ya
está
abierta.
Ellos
ya
habrán
conocido
y
comprendido
la
serenidad,
el
éxtasis,
la
alegría,
la
ausencia
de
tiempo,
la
ausencia
de
ego,
mucho
antes
de
experimentar
el
sexo.
Esta
misma
familiaridad
previa
evitará
que
su
energía
se
vaya
por
canales
equivocados
y
la
dirigirá
al
camino
correcto.
En
lugar
de
enseñar
la
calma
de
la
meditación,
les
enseñamos
a
repudiar
al
sexo,
porque
el
sexo
es
pecado.
El
sexo
es
sucio,
feo
y
malo.
Es
el
infierno.
Los
epítetos
no
alteran
la
situación
para
nada.
Al
contrario,
los
niños
se
sienten
más
curiosos
por
saber
acerca
de
este
infierno,
de
esta
maldad,
de
esta
suciedad,
acerca
de
la
cual
los
padres
y
los
profesores
se
muestran
tan
temerosos
y
aterrados.
Buscan
la
respuesta
por
todos
lados.
Están
ansiosos
por
comprender
este
pandemónium;
después
de
todo,
¿qué
clase
de
espíritu
malévolo
es
este
sexo?
Y
al
poco
tiempo
llegan
a
saber
que
los
mismos
adultos
se
hallan
involucrados,
día
y
noche,
en
la
misma
búsqueda
que
se
les
censura
a
los
niños.
Consecuencia
inmediata
e
instantánea
de
este
descu-brimiento
es
que
dejan
de
admirar
a
los
padres.
La
educación
moder-na
no
es,
como
se
cree,
responsable
de
que
la
veneración
por
los
pa-dres
haya
diminuido
en
un
grado
tan
alto.
Los
mismos
padres
son
los
responsables
de
esto.
Rápidamente,
los
niños
llegan
a
darse
cuenta
de
la
paradoja
de
que
tú
te
halles
sumergido
en
lo
mismo
que
les
aconsejas
aborrecer,
pues
los
niños
son
muy
buenos
observadores.
Concluyen
que
tu
vida
nocturna
es
diferente
de
tu
vida
diurna,
que
tus
prédicas
y
tus
prácticas
son
muy
diferentes.
Se
dan
cuenta
de
lo
que
ocurre
en
la
casa.
Infieren
que,
independientemente
de
que
sea
llamado
sucio
por
su
padre
y
malo
por
su
madre,
las
mismas
cosas
ocurren
en
la
casa.
Ellos
ven
esto,
y
siendo
así,
dejan
de
reverenciar
a
los
padres.
Los
niños
concluyen:
los
padres
son
falsos,
son
hipócritas.
Y
recordad,
los
niños
que
han
perdido
la
confianza
en
sus
padres
nunca
desarrollarán
la
confianza
en
Dios.
Los
niños
tienen
su
primer
vislumbre
de
la
fe,
de
Dios,
con
y
a
través
de
los
padres.
Si
eso
es
destruido,
es
seguro
que
serán
ateos
posteriormente.
Tienen
la
primera
percepción
de
Dios
en
la
rectitud
de
los
padres.
Los
padres
son
los
primeros
y
los
más
próximos
en
invocar
reverencia
en
los
niños.
Si
eso
resulta
ser
una
mera
ilusión,
resultará
difícil
inclinar
a
esos
niños
hacia
Dios
mientras
estén
vivos.
La
relación
se
ha
roto,
porque
sus
primeras
deidades
les
traicionaron:
su
padre
y
su
madre
resultaron
ser
deshonestos.
Hoy
en
día,
la
generación
moderna
niega
la
existencia
de
Dios,
ridiculizan
la
idea
de
la
liberación
y
califican
de
patraña
a
la
religión,
no
porque
hayan
explorado
y
ello
les
haya
llevado
a
esa
conclusión,
sino
debido
a
la
traición
de
los
padres.
Es
por
esto
que
han
caído
en
el
escepticismo.
Esta
sensación
de
traición
ha
surgido
debido
a
que
los
adultos
han
expuesto
erróneamente
un
hecho
de
la
vida:
el
sexo.
Se
debería
explicado
honestameme
a
los
niños
que
el
sexo
forma
parte
intrínseca
de
la
vida,
que
hemos
nacido
del
sexo,
y
que
éste
también
forma
parte
de
sus
vidas.
Esto
les
ayudaría
a
comprender
la
conducta
de
los
padres
desde
una
perspectiva
apropiada
y
cuando
crecieran
y
adqui-rieran
experiencia
vital,
se
sentirían
llenos
de
respeto
por
la
honestidad
de
sus
padres.
El
surgimiento
de
la
fe
y
del
respeto
en
los
niños
pre-parará
el
terreno
para
una
vida
religiosa.
Actualmente,
los
niños
sospechan
de
los
padres
-los
sienten
hipó-critas
y
no
sinceros-
y
de
allí
el
choque
entre
las
ideologías
o
no-ideologías,
entre
la
generación
más
joven
y
la
mayor.
La
represión
del
sexo
ha
separado
a
marido
y
esposa,
y
ha
colocado
a
los
niños
en
actitud
desafiante
frente
a
los
padres.
No
necesitamos
la
represión
del
sexo.
Lo
que
necesitamos
ahora
es
la
clarificación
del
sexo.
Apenas
los
niños
maduren
e
investiguen,
los
padres
deberían
exponer
abiertamente,
en
forma
admisible,
las
principales
realidades
de
la
vida.
Esto
debiera
hacerse
antes
de
que
los
niños
se
pusieran
innecesariamente
inquietos
y
sintieran
una
curiosidad
en
un
grado
indeseable
o
alimentasen
una
atracción
mal-sana
que
les
incitase
a
satisfacer
su
curiosidad,
su
ansiedad,
en
lugares
inapropiados.
De
otro
modo,
y
tal
como
es
el
caso
hoy
en
día,
los
ni-ños
encuentran
lo
que
desean
saber,
pero
a
través
de
gente
ina-propiada,
en
circunstancias
desfavorables
y
mediante
prácticas
peligrosas.
Este
estilo
de
cosas
resulta
perjudicial
y
ruinoso.
Sus
conse-cuencias
son
el
dolor
y
la
tortura
por
el
resto
de
sus
vidas
y,
finalmente,
se
levanta
un
muro
de
vergüenza
y
secreto
entre
los
niños
y
sus
padres.
Los
padres
no
podrán
nunca
llegar
a
saber
nada
de
la
vida
sexual
de
sus
hijos
en
la
medida
en
que
los
niños
sean
apartados
de
la
vida
sexual
de
sus
padres.
Esta
alienación
debida
al
juego
del
escondite
resulta
muy
peligrosa.
Los
niños
deben
tener
una
educación
sensata,
una
educación
correcta
respecto
al
sexo.
En
segundo
lugar,
se
les
debería
enseñar
a
meditar,
a
cómo
per-manecer
calmados,
cómo
estar
serenos,
cómo
ser
silenciosos,
cómo
alcanzar
el
estado
de
no-pensamiento.
El
niño
puede
lograr
eso
con
mucha,
mucha
rapidez.
Cada
hogar
debería
programar
un
tiempo
especial
para
llevar
a
los
niños
«al
silencio»,
y
eso
sólo
es
posible
cuando
vosotros
como
padres,
también
practiquéis
con
ellos.
En
cada
hogar
debería
ser
obligatorio
reservar
una
hora
para
estar
sentados
en
silencio.
Si
fuese
necesario,
uno
debería
eliminar
una
de
las
comidas
del
día,
pero
la
hora
de
silencio
debería
ser
observada
a
cualquier
precio.
No
puede
llamarse
familia
a
aquella
que
no
observa
una
hora
de
silencio.
Eso
no
es
ni
siquiera
un
hogar.
Una
hora
diaria
de
silencio
conservará
la
energía
y
en
un
lapso
de
catorce
años
surgirá,
se
abrirá,
la
puerta
de
la
meditación,
aquella
me-ditación
con
la
que
el
hombre
contacta
el
no-tiempo,
la
ausencia
de
ego
y
con
la
que
uno
obtiene
un
vislumbre
del
alma
y
del
Sublime
Supremo.
Un
encuentro
con
esa
cosa
sublime
antes
de
la
experiencia
del
sexo
pondrá
un
alto
a
la
loca
carrera
tras
del
sexo,
pues
la
energía
habrá
hallado
un
camino
mejor
hacia
el
éxtasis.
Y
ésta
es
la
primera
etapa
del
proceso
hacia
el
celibato:
la
trascendencia
del
sexo.
Y
el
ca-mino
es
la
meditación.
El
segundo
aspecto
fundamental
es
el
amor.
A
los
niños
se
les
debería
enseñar
el
amor
desde
la
infancia.
No
tiene
fundamento
alguno
el
temor
generalizado
de
que
enseñar
el
amor
conducirá
al
hombre
a
los
laberintos
del
sexo.
El
enseñarle
acerca
del
sexo
puede
conducir
al
hombre
hacia
el
amor,
pero
el
enseñar
el
amor
nunca
llevará
al
hombre
a
la
sexualidad.
La
verdad
del
asunto
discrepa
de
la
creencia
generalizada.
La
energía
del
sexo
es
transformada
en
amor.
Un
hombre
es
capaz
de
derramar
amor
sobre
aquellos
que
le
ro-dean
en
proporción
directa
al
amor
que
está
creciendo
en
él.
En
la
medida
en
que
te
encuentras
vacío
de
amor,
te
hallas
lleno
de
sexo.
Y
seguirás
estando
focalizado
en
el
sexo.
Cuanto
menos
ama
un
hombre,
más
odia.
Cuanto
menor
sea
el
grado
de
amor
que
colme
en
su
vida,
más
malévola
será
ésta.
Los
que
se
hallan
faltos
de
amor
se
hallan,
en
ese
mismo
grado,
llenos
de
envidia.
Cuanto
menos
ama
un
hombre,
más
en
conflicto
vive.
La
gente
tendrá
tantas
más
preocupaciones,
más
infelicidad
y
más
complejos
de
inferioridad
cuanto
más
les
falte
el
amor
en
sus
vidas,
Cuanto
más
se
halle
sumergido
el
hombre
en
preocupaciones,
en
su
vanidad,
en
falsedades
y
en
estados
similares,
en
mayor
medida
su
energía
se
debilitará,
enfermará
y
languidecerá
y
estará
más
tenso
y
tirante
en
todo
momento.
Y
para
este
grupo
de
emociones
toscas
y
groseras,
degradadas
e
inferiores,
no
existe
otra
puerta
de
salida
que
la
del
sexo.
El
amor
transforma
las
energías.
El
amor
es
fluido,
creativo;
fluye
y
sacia.
Esa
gratificación
es
mucho
más
valiosa
y
profunda
que
la
que
se
obtiene
por
medio
del
sexo.
Aquel
que
se
halla
familiarizado
con
este
sentimiento
nunca
buscará
ningún
otro
sustituto
del
mismo
modo
que
aquél
que
adquiere
joyas
nunca
buscará
piedras...
Sin
embargo,
un
hombre
lleno
de
odio
no
puede
encontrarse
nunca
satisfecho.
Siempre
está
inquieto;
lo
destruye
todo
con
su
movimiento.
Y
la
destrucción
nunca
trae
felicidad.
Sólo
la
creación
puede
dar
un
sentimiento
de
gratificación.
Un
hombre
lleno
de
envidia
siempre
se
mantiene
beligerante
y
en
conflicto,
pero
ese
estado
nunca
le
aportará
satisfacción.
Una
persona
agresiva
invade
el
territorio
de
los
demás.
Pero
el
éxtasis
sólo
puede
lograrse
mediante
el
dar,
nunca
median-te
el
tomar.
El
poseer
y
el
acumular
nunca
aportarán
paz
a
la
mente,
sino
que
dicha
paz
solamente
podrá
alcanzarse
a
través
del
dar
y
el
compartir.
Un
hombre
ambicioso
salta
de
un
cargo
a
otro;
nunca
se
halla
en
paz.
Aquellos
que
no
van
tras
el
poder,
sino
tras
el
amor,
aquellos
que
derraman
amor
a
todo
su
alrededor,
se
hallan
en
exaltado
éxtasis.
Cuanto
más
lleno
de
amor
se
halle
un
hombre,
más
satisfacción,
una
satisfacción
profunda,
un
goce,
una
sensación
de
realización,
encontrará
en
lo
más
profundo
de
su
corazón.
Un
hombre
así
no
se
interesará
ni
intentará
dirigir
su
atención
hacia
el
sexo,
pues
el
éxtasis
que
puede
lograrse
a
través
de
éste
se
halla
siempre
a
su
alcance
a
través
del
amor.
El
siguiente
paso
consiste
en
hacer
crecer
al
amor
en
su
total
mag-nitud.
Debiéramos
adorar
al
amor,
debiéramos
contribuir
al
amor;
debiéramos
vivir
en
amor.
Pero
el
amar
solamente
a
los
demás,
no
es
una
prueba
de
amor.
La
devoción
al
amor
es
colmar
toda
la
perso-nalidad
de
amor.
Estoy
hablando
de
una
educación
plena
en
el
amor.
Deberíamos
recoger
del
suelo
una
piedra
como
si
estuviéramos
levantando
a
un
amigo;
deberíamos
estrecharle
la
mano
a
un
enemigo
del
mismo
modo
que
se
la
estrechamos
a
un
amigo.
Algunas
personas
tratan
a
las
cosas
materiales
con
amoroso
cuidado,
mientras
otros
dispensan
a
los
demás
un
trato
que
ni
siquiera
debiera
dársele
a
los
objetos
inanimados.
Para
un
hombre
inmerso
en
el
odio,
los
humanos
no
son
mejores
que
los
objetos
inanimados.
Pero
un
hombre
lleno
de
amor
otorga
una
individualidad,
una
personalidad,
incluso
a
los
objetos
inanimados
que
toca.
Un
docto
viajero
fue
a
ver
a
un
célebre
fakir.
El
hombre,
que
se
hallaba
irritado
por
algún
motivo,
probablemente
debido
a
las
penurias
del
viaje,
se
desató
airadamente
los
cordones
de
los
zapatos
y
lan-zándolos
a
un
rincón,
abrió
la
puerta
con
un
fuerte
golpe.
Un
hombre
enojado
se
quita
los
zapatos
como
si
éstos
fuesen
enemigos.
Incluso
abre
una
puerta
como
si
hubiese
una
sólida
ene-mistad
entre
él
y
la
puerta.
El
hombre
abrió
la
puerta,
entró
y
ofreció
sus
respetos
al
fakir.
El
fakir
le
dijo:
«No,
no
acepto
tus
respetos.
Primero,
ve
y
dis-cúlpate
con
la
puerta
y
con
los
zapatos».
«¿Qué
ocurre?
¿Disculparme
con
una
puerta
y
unos
zapatos?
¿Son
acaso
seres
vivos?».
El
fakir
replicó:
«No
pensaste
en
eso
mientras
te
enfadabas
con
esos
objetos
inanimados.
Arrojaste
los
zapatos
como
si
tuvieran
vida,
como
si
tuvieran
la
culpa
de
algo.
Abriste
la
puerta
como
si
ésta
fuera
tu
enemiga.
No,
puesto
que
reconoces
su
individualidad
al
enfadarte
con
ellos,
deberás
rogar
su
perdón.
Por
favor,
ve
y
ofrece
tus
dis-culpas,
de
lo
contrario,
no
estoy
dispuesto
a
entrevistarme
contigo».
El
viajero
pensó:
«Si
he
venido
de
tan
lejos
a
ver
a
este
ilustre
fakir,
sería
ridículo
que
nuestra
entrevista
finalizara
debido
a
un
asunto
tan
trivial»,
de
modo
que
se
acercó
a
los
zapatos
con
las
manos
enlaza-das
y
les
dijo,
«
Amigos,
perdonad
mi
insolencia».
Le
dijo
a
la
puerta:
«Lo
siento,
cometí
un
error
al
empujarte
así,
con
esa
rabia».
¡Qué
momento
para
él!.
El
viajero
escribió
en
sus
memorias
que
se
sintió
muy
ridículo
al
principio,
pero
al
terminar
de
disculparse
algo
nuevo
surgió
en
él.
Se
sintió
tan
calmado,
tan
sereno,
tan
sose-gado...
Se
hallaba
más
allá
de
las
posibilidades
de
su
imaginación
el
concebir
que
un
hombre
pudiera
sentirse
tranquilo,
sereno
y
alegre
por
haberle
pedido
disculpas
a
una
puerta
y
unos
zapatos.
Entró
y
se
sentó
al
lado
del
fakir.
Este
comenzó
a
reírse
y
le
dijo:
«Ahora
está
bien.
Estás
a
tono;
podemos
hablar.
Puesto
que
has
mos-trado
algo
de
amor,
ahora
te
hallas
desahogado.
Ahora
puede
haber
una
comunicación
entre
nosotros».
Lo
fundamental
no
reside
en
amar
sólo
a
los
seres
humanos,
sino
que
se
trata
de
estar
lleno
de
amor.
El
decir
que
has
de
amar
a
tu
madre
es
erróneo;
es
una
tergi-versación.
El
que
un
padre
solicite
que
le
amen
por
su
condición
de
padre,
constituye
una
enseñanza
equivocada.
Está
ofreciendo
un
moti-vo
para
el
amor.
Si
una
madre
le
pide
a
un
niño
que
la
ame
por
la
sencilla
razón
de
que
es
su
madre,
estará
imponiendo
algo
incorrecto,
pues
el
amor
que
implica
«porqués»
y
«por
lo
tanto»
no
es
tal
amor.
El
amor
no
debería
tener
razones,
no
debería
quedarse
atrapado
con
razonamientos.
La
madre
dice:
«Te
he
cuidado,
te
he
criado;
por
lo
tanto,
ámame».
Ella
está
aportando
un
motivo:
allí
finaliza
el
amor.
Si
se
le
fuerza,
el
niño
podrá
mostrar
algún
afecto
en
forma
superficial,
porque
ella
es
su
madre...
No,
el
objetivo
del
enseñar
a
amar
no
es
el
expresar
amor
en
virtud
de
alguna
causa
o
motivo,
sino
que
es
el
de
crear
un
medio
para
que
el
niño
se
llene
de
amor.
Has
de
entender
que
de
lo
que
se
trata
es
del
crecimiento
de
la
personalidad
del
niño,
que
se
trata
de
su
futuro,
que
se
trata
de
que
sea
amoroso
con
quienquiera
que
se
encuentre:
sea
una
piedra,
un
ser
humano,
una
flor,
un
animal
o
lo
que
sea.
No
se
trata
de
amar
únicamente
a
un
animal
o
a
una
flor
o
a
una
madre
o
a
una
persona
determinada;
de
lo
que
se
trata
es
de
llenarse
de
amor.
De
esto
depende
el
futuro,
el
futuro
de
la
Humanidad.
Las
tremendas
posibilidades
para
el
florecimiento
de
la
felicidad
en
la
vida
de
un
hombre
dependen
de
la
cantidad
de
amor
que
contenga
en
su
interior.
Un
hombre
lle-no
de
amor
puede
estar
libre
de
la
sexualidad,
sin
embargo,
no
da-mos
amor,
no
creamos
fervor
por
el
amor.
Por
supuesto
que
a
veces
hacemos
teatro
en
nombre
del
amor...
¿Crees
que
un
hombre
es
capaz
de
amar
a
una
persona
y
al
mismo
tiempo
odiar
a
otra
persona?
No,
es
imposible.
Un
hombre
lleno
de
amor,
incluso
cuando
se
halla
solo,
estará
lleno
de
amor,
pues
el
amor
constituye
su
naturaleza
misma;
no
tiene
nada
que
ver
con
la
relación
que
tengas
con
él.
Un
hombre
lleno
de
ira
estará
enojado
incluso
si
está
solo.
Un
hombre
lleno
de
odio,
odia
aun
cuando
está
solo.
Obser-va
a
ese
hombre
cuando
está
solo
y
verás
que
se
halla
irritado
aun
cuando
no
muestra
su
ira
hacia
nadie
en
especial.
Todo
su
ser
rebosa
odio
e
ira.
Del
mismo
modo,
si
ves
a
un
hombre
lleno
de
amor,
sentirás
que,
incluso
cuando
se
halla
solo,
está
rebosante
de
amor.
Las
flores
que
florecen
en
la
jungla
diseminan
fragancia,
haya
alguien
que
las
aprecie
o
no,
haya
alguien
que
pase
por
ahí
o
no.
Una
flor
siempre
está
esparciendo
su
fragancia
innata.
Diseminar
su
aroma
es
su
natu-raleza.
No
te
ilusiones
creyendo
que
la
flor
emite
su
fragancia
para
ti.
Nuestro
ser
debería
estar
lleno
de
amor.
No
debería
depender
de
aquello
que
amamos.
Pero
el
amante
desea
que
su
amada
lo
ame
a
él
y
a
nadie
más.
«Amor
significa
amarme
solamente
a
mí»,
dice.
No
sabe
que
aquellos
que
no
son
capaces
de
amar
a
todos,
no
son
capaces
de
amar
a
nadie.
La
esposa
afirma
que
el
marido
debiera
amarla
sólo
a
ella
y
que
no
debiera
mostrar
afecto
por
nadie
más.
Y
no
sabe
que
ese
amor
es
falso
y
que
ella
lo
ha
vuelto
falso.
¿Cómo
puede
un
es-poso
que
no
se
halle
en
todo
momento
lleno
de
amor
hacia
todo
el
mundo,
ser
«amoroso»
con
la
esposa?
Estar
lleno
de
amor
es
la
naturaleza
de
la
vida.
No
se
puede
estar
lleno
de
amor
hacia
alguien
y
no
sentir
nada
de
amor
hacia
otra
per-sona.
Pero
la
Humanidad
no
ha
sido
capaz
de
comprender
esta
sencilla
verdad.
El
padre
le
pide
al
hijo
que
lo
ame;
pero,
¿acaso
le
enseñó
alguna
vez
al
niño
a
amar
al
anciano
sirviente
de
la
casa?
No,
porque
es
un
sirviente...
¿No
es
acaso
un
hombre?
Puede
que
el
sirviente
sea
viejo,
pero
puede
ser
también
el
padre
de
alguien.
Pero
no,
es
un
sirviente
y
no
hay
porqué
ser
cortés
o
sentir
amor
hacia
él.
Pero
este
padre
no
sabe
que
al
envejecer
se
quejará
si
su
hijo
no
le
demuestra
afecto.
El
niño
se
podría
haber
convertido
en
un
hombre
lleno
de
amor
si
se
le
hubiese
enseñado
a
amar
a
todo
el
mundo.
Y
entonces,
también
habría
respetado
a
su
anciano
padre.
El
amor
no
es
una
relación.
Es
un
estado
del
ser.
Forma
parte
esencial
de
la
personalidad
del
hombre.
Así,
la
segunda
etapa
en
la
enseñanza
del
amor
es
enseñar
al
niño
a
amar
a
todo
el
mundo.
Si,
por
ejemplo,
un
niño
no
cuida
adecuadamente
un
libro,
debería
indicársele
que
tratando
al
libro
de
forma
impropia
se
está
haciendo
un
mal
a
sí
mismo.
Si
te
comportas
en
forma
brutal
con
tu
perro,
eso
representa
un
defecto
en
tu
personalidad.
Eso
prueba
que
te
hallas
desprovisto
de
amor.
Y
aquél
que
no
se
halla
lleno
de
amor,
no
es
un
hombre.
Recuerdo
la
historia
de
un
fakir
que
vivía
en
una
pequeña
choza.
Era
alrededor
de
medianoche
y
llovía
intensamente.
El
fakir
y
su
es-posa
estaban
durmiendo.
De
repente
llamaron
a
la
puerta.
Alguien
solicitaba
cobijo.
El
fakir
despertó
a
su
esposa:
«¿Has
oído?
Hay
alguien
allí
afuera»,
le
dijo.
«Será
algún
viajero,
algún
amigo
desconocido».
¿Te
das
cuenta?.
Le
dijo,
«¿Algún
amigo
desconocido?».
Ni
siquiera
somos
amistosos
con
aquellos
que
conocemos.
La
suya
fue
una
ac-titud
de
amor.
El
fakir
dijo:
«Algún
amigo
desconocido
está
esperando
afuera.
Por
favor,
abre
la
puerta».
Su
esposa
le
dijo:
«No
hay
espacio;
ni
siquiera
es
suficiente
para
nosotros
dos.
¿Cómo
va
a
caber
una
persona
más?».
El
fakir
le
respondió:
«Querida,
éste
no
es
un
palacio
de
un
rico.
No
puede
hacerse
más
pequeño.
El
palacio
de
un
rico
parece
más
pequeño
cuando
llega
un
nuevo
huésped,
pero
ésta
es
la
choza
de
un
pobre».
Su
esposa
le
dijo:
«
¿Qué
tienen
que
ver
pobres
y
ricos
con
esto?
La
pura
realidad
es
que
ésta
es
una
cabaña
muy
pequeña».
El
fakir
replicó:
«Si
hay
suficiente
espacio
en
tu
corazón,
sentirás
que
la
choza
es
un
palacio,
pero
si
tu
corazón
es
angosto,
incluso
un
palacio
te
resultará
insuficiente.
Por
favor,
abre
la
puerta.
¿Cómo
podemos
rechazar
a
un
hombre
que
ha
acudido
a
nuestra
puerta?
Hasta
ahora
podíamos
estar
tumbados.
Puede
que
los
tres
no
poda-mos
estarlo
ya,
pero
al
menos
podremos
sentarnos.
Hay
un
hueco
más
para
estar
sentados».
La
esposa
tuvo
que
abrir
la
puerta.
El
amigo
entró,
empapado.
Le
dejaron
unas
ropas,
se
sentaron
juntos
y
comenzaron
a
charlar.
Al
cabo
de
un
rato,
llegaron
otras
dos
personas
y
llamaron
a
la
puerta.
El
fakir
dijo:
«Parece
ser
que
nuevamente
ha
venido
alguien»,
y
le
pidió
al
nuevo
amigo,
el
más
cercano
a
la
puerta,
que
abriera.
El
hombre
le
contestó:
«
¿Abrir
la
puerta?
No
hay
espacio
suficiente».
El
hombre,
el
cual
momentos
antes
había
hallado
cobijo
en
esta
choza,
olvidó
que
no
había
sido
el
amor
del
fakir
hacia
él
el
que
le
había
hecho
un
hueco,
sino
que
había
encontrado
cobijo
porque
había
amor
en
la
choza.
Ahora,
nuevamente,
había
llegado
más
gente,
y
el
amor
debe
acomodar
a
los
recién
llegados.
Pero
el
hombre
dijo:
«No,
no
es
necesario
abrir
la
puerta.
¿No
ves
que
casi
ni
podemos
estar
de
cuclillas?»
El
fakir
dijo:
«Amigo,
¿Acaso
no
te
hice
a
ti
un
hueco?
Se
te
per-mitió
entrar
porque
aquí
dentro
moraba
el
amor;
está
aún
presente,
no
se
ha
agotado
contigo.
Por
favor,
abre
la
puerta.
Ahora
estamos
sentados
a
cierta
distancia
unos
de
otros;
tendremos
que
agrupamos
más.
Y
además,
en
esta
noche
fría,
puede
ser
grato
sentarse
juntos».
Tuvo
que
abrir
la
puerta.
Dos
recién
llegados
entraron.
Todos
se
sentaron
juntos
y
comenzaron
a
trabar
amistad
unos
con
otros.
Pasó
un
rato...
seguía
lloviendo,
y
la
noche
transcurría.
Entonces
llegó
un
burro
y
empujó
la
puerta
con
su
cabeza.
El
burro
estaba
em-papado;
quería
abrigo
para
la
noche.
El
fakir
le
pidió
a
uno
de
los
últimos
que
había
llegado,
que
estaba
sentado
casi
en
la
puerta,
que
la
abriera:
«Ha
llegado
un
nuevo
amigo».
Después
de
atisbar
afuera,
el
hombre
dijo:
«Este
no
es
un
amigo
ni
nada.
Es
un
asno.
No
es
necesario
abrir».
El
fakir
le
dijo:
«Quizás
no
sabes
que,
a
la
puerta
del
rico,
los
hombres
también
son
tratados
como
animales.
Esta
es
la
choza
de
un
pobre
fakir
y
estamos
acostumbrados
a
tratar
incluso
a
los
animales
como
a
seres
humanos.
Por
favor,
abre
la
puerta».
Los
hombres
dijeron,
al
unísono:
«Pero
¡no
hay
sitio!».
El
contestó,
«Hay
suficiente
espacio.
En
vez
de
estar
sentados,
todos
nos
pondremos
de
pie
y
le
haremos
un
hueco.
No
os
inquietéis,
si
es
necesario
yo
saldré
y
le
dejaré
mi
sitio.
¿Acaso
no
puede
el
amor
hacer
esto
también?»
Es
imperativo
tener
un
corazón
lleno
de
amor;
debiéramos
tener
una
actitud
amorosa.
La
cualidad
humana
surge
únicamente
cuando
hay
un
corazón
amoroso
y,
junto
con
ello,
un
sentimiento
de
satisfacción,
una
profunda
y
maravillosa
satisfacción.
¿Has
notado
alguna
vez
que,
después
de
mostrarle
algo
de
amor
a
alguien,
todo
tu
ser
se
ve
invadido
por
una
ola
de
satisfacción,
por
un
estre-mecimiento
de
alegría?
¿Te
has
dado
cuenta
alguna
vez
de
que
los
momentos
de
serena
satisfacción
son
aquellos
en
que
el
amor
incon-dicional
se
hallaba
presente?
Y
el
amor
puro
sólo
puede
sobrevivir
si
no
se
ve
adulterado
con
condiciones.
Un
amor
condicional
no
es
amor.
¿No
has
tenido
una
sensación
de
complacencia
después
de
haberle
sonreído
espon-táneamente
a
un
desconocido
en
la
calle?
¿No
sentiste
una
brisa
de
paz
después
de
hacerlo?
La
ola
de
plácida
alegría
que
experimentas
después
de
levantar
a
un
hombre
que
se
ha
caído,
tras
animar
a
una
persona
decaída
o
regalar
flores
a
un
hombre
enfermo,
no
tiene
límite.
No
ocurre
lo
mismo
cuando
lo
haces
porque
él
o
ella
sean
tu
padre
o
tu
madre.
No,
puede
que
esa
persona
en
particular
no
sea
nadie
espe-cial
para
ti,
sino
que
tú
lo
hagas
porque
el
regalar
es
en
sí
mismo
una
recompensa,
un
gran
placer.
El
amor
debe
expandirse
en
nuestro
interior:
el
amor
hacia
las
plantas,
el
amor
por
los
seres
humanos,
el
amor
por
los
desconocidos,
el
amor
por
los
extranjeros,
el
amor
por
aquellos
que
se
hallan
camino
de
la
luna,
de
las
estrellas.
El
amor
debería
estar
siempre
aumentando.
La
posibilidad
de
la
presencia
del
sexo
en
la
vida
disminuye
a
medida
que
el
amor
aumenta
en
nuestro
interior.
El
amor
y
la
medi-tación
abrirán
la
puerta
hacia
Dios.
El
amor
y
la
meditación,
unidos,
llegan
a
Dios
y
hacen
florecer
el
celibato
en
la
vida
del
hombre.
Entonces,
toda
la
fuerza
vital
asciende
a
través
de
un
nuevo
pasaje;
no
fluye
hacia
afuera,
nunca
retrocede.
Asciende
desde
adentro;
as-ciende
en
su
viaje
hacia
los
Cielos.
En
la
situación
actual,
nuestro
viaje
es
descendente,
hacia
el
sexo;
la
naturaleza
dictamina
que
la
energía
del
sexo
sólo
fluye
hacia
abajo.
El
celibato
es
el
viaje
as-cendente
de
la
fuerza
vital,
y
el
amor
y
la
meditación
son
los
ingre-dientes
fundamentales
del
celibato.
Mañana
hablaremos
acerca
de
lo
que
obtenemos
mediante
el
celibato.
¿Qué
obtenemos?
¿Adónde
llegamos?
Hoy
os
he
hablado
de
dos
cosas:
del
amor
y
de
la
meditación.
Os
dije
que
el
entrenamiento
debe
comenzar
desde
la
infancia;
sin
em-bargo,
no
debéis
inferir
que,
dado
que
no
sois
niños,
ya
no
hay
nada
que
podáis
hacer.
Si
así
fuera,
lo
que
hago
sería
una
pérdida
de
tiempo.
Cualquiera
que
sea
tu
edad,
este
trabajo
puede
iniciarse
en
cualquier
momento.
Aun
cuando
se
vuelve
más
difícil
con
el
paso
de
los
años,
el
recorrido
de
este
camino
puede
ser
emprendido
en
cualquier
momento
de
la
vida.
Es
mejor
emprenderlo
en
la
niñez,
pero
es
tam-bién
bueno
iniciarlo
en
cualquier
etapa
de
la
vida.
Podemos
iniciarlo
hoy.
La
gente
de
más
edad
que
está
dispuesta
a
aprender,
que
tienen
aptitudes
para
aprender,
son
niños,
aun
cuando
tengan
una
avanzada
edad.
Ellos
también
pueden
comenzar;
pueden
aprender,
si
no
han
dado
por
sentado
que
lo
saben
todo
o
que
han
alcanzado
ya
algo
deseable.
Buda
tenía
un
discípulo
consagrado
a
él
desde
hacía
muchos
años.
Un
día,
Buda
le
preguntó:
«Oye,
¿cuántos
años
tienes?»
El
monje
le
respondió:
«Cinco
años».
Buda
se
quedó
sorprendido:
«¿Cinco
años?
Tu
aspecto
es
de
al
menos
setenta
años,
¿por
qué
me
contestas
esto?»
El
monje
replicó:
«Digo
esto,
porque
el
rayo
de
la
meditación
en-tró
en
mi
vida
hace
cinco
años.
Desde
hace
solamente
cinco
años,
el
amor
ha
llovido
en
mi
vida.
Antes
de
eso,
mi
vida
era
como
vivir
en
medio
de
sueños.
Era
como
existir
dormido.
Yo
no
considero
esos
años
al
dar
cuenta
de
mi
edad.
¿Cómo
podría
hacerlo?
Mi
verdadera
vida
comenzó
hace
sólo
cinco
años.
Es
por
eso
que
digo
que
tengo
sólo
cinco
años
de
edad.»
Buda
advirtió
a
todos
sus
discípulos
que
tomaran
nota
de
esto.
Todos
vosotros
deberíais
calcular
vuestra
edad
de
esta
manera;
esa
es
la
forma
de
calcular
la
edad.
Si
el
amor
y
la
meditación
todavía
no
han
nacido
en
ti,
tu
vida,
por
el
momento,
es
negada;
todavía
no
has
nacido.
Pero
nunca
es
demasiado
tarde
para
empezar.
Todos
deberíamos
esforzarnos
en
pos
de
una
vida
superior.
Y
para
eso,
nunca
es
tarde.
No
saquéis
como
consecuencia
de
mis
palabras
que,
al
haber
atravesado
ya
la
infancia,
esta
charla
va
dirigida
a
las
generaciones
futuras.
Nunca
es
demasiado
tarde
para
que
aquél
que
ha
emprendido
el
camino
equivocado
no
pueda
volver
al
correcto.
Nadie
se
ha
des-viado
tanto
que
no
pueda
verse
beneficiado
por
la
verdadera
luz.
Comparativamente
hablando,
este
viaje
no
requiere
mucha
osadía.
La
satisfacción
que
se
obtiene
a
las
puertas
de
la
Iluminación
al
lograrlo
es
mucho
mayor
que
cualquier
esfuerzo
que
se
haya
podido
hacer.
El
simple
vislumbre
de
ese
rayo
de
luz,
de
esa
alegría,
de
esa
Verdad,
nos
comporta
el
sentimiento
de
que
hemos
logrado
mucho
con
un
esfuerzo
mínimo;
nos
muestra
que
hemos
alcanzado
aquello
que
escapa
a
toda
estimación
con
muy
poco
esfuerzo
de
nuestra
parte.
Por
favor,
no
mal
interpretéis
mis
palabras.
Ese
es
mi
humilde
ruego.
Tercera
CharlA
Gowalia Tank Maidan ,
Bombay, 29 de Septiembre de 1968
del libro. Del Sexo a la Superconsciencia
Gowalia Tank Maidan ,
Bombay, 29 de Septiembre de 1968
del libro. Del Sexo a la Superconsciencia
viernes, 15 de abril de 2016
CITAS DE OSHO SOBRE EL SEXO.
Si puedes lograr volverte meditativo en tu vida sexual....
"Mientras sostienes la mano de tu mujer o de tu hombre, ¿por qué no sentarse en silencio? ¿por qué no cerrar los ojos y sentir? Siente la presencia del otro, entra en la presencia del otro, permite que la presencia del otro entre en ti: vibrar juntos, mecerse juntos; si una gran energía toma posesión, danzar juntos, y llegarás a cimas orgásmicas de gozo que no habías conocido nunca antes. estas cimas orgásmicas no tienen nada que ver con el sexo, en realidad tienen mucho que ver con el silencio.
Y si puedes lograr también volverte meditativo en tu vida sexual, si puedes estar en silencio mientras haces el amor, en una especie de danza, te sorprenderás. Tienes un proceso integrado que te lleva a la orilla más lejana".
Osho, The Book of Wisdom, charla #7
Para continuar con la lectura, en inglés, haz click aquí.
Entre más sexual sea una persona, mayor la inteligencia
"Así que realmente sucede que entre más sexual sea una persona, más inventiva puede ser. Entre más sexual sea una persona, mayor la inteligencia. Con una menor energía sexual, se da menos inteligencia, porque el sexo es una búsqueda profunda para desvelar, no sólo cuerpos, no sólo el cuerpo del sexo opuesto, sino todo lo que está oculto".
Osho, The Ultimate Alchemy, Vol. 2, charla #2
Para continuar con la lectura, en inglés, haz click aquí.
El sexo es potencialidad
"Cuando el amor se expresa a través de ti, se expresa primero como cuerpo. Se convierte en sexo. Si se expresa a través de la mente, que es más elevada, profunda, sutil, entonces se le llama amor. Si se expresa a través del espíritu se convierte en oración....
Si todo va bien y el sexo es natural y fluido, es una hermosa experiencia porque puedes tener un vislumbre de lo segundo a través de él. Si el sexo llega muy a lo profundo, de tal manera que te olvidas completamente de ti mismo en él, puedes incluso tener un vislumbre de lo tercero a través de él. Y si el sexo se convierte en una experiencia totalmente orgásmica, existen raros momentos en los que incluso puedes tener un vislumbre del cuarto, turiya, el más allá, a través de él.
Pero si el sexo falla, entonces muchas perversiones se producen en la mente. Esas perversiones se expresan en el odio. El odio es un fallo del sexo, un fallo de la energía de amor. La violencia, la codicia del dinero, las actitudes en continuo conflicto de los egos: la guerra, la política; todo esto es perversión sexual".
Osho, Talking Tao, charla #1
Para continuar con la lectura, en inglés, haz click aquí.
El amor puede dar nueva conciencia al sexo
"El amor le puede dar una nueva conciencia al sexo. Entonces el sexo se transfigura, se vuelve hermoso; deja de ser sexo, tiene algo de lo trascendente en sí. Se ha convertido en un puente.
Puedes amar a una persona porque esa persona satisface tu sexo. Esto no es amor, es simplemente un regateo. Tú puedes tener sexo con una persona porque amas; entonces el sexo le sigue como una sombra, como parte del amor. Entonces es hermoso; entonces no pertenece al mundo animal. Entonces algo trascendente ha entrado, y si continuas amando a una persona profundamente, poco a poco el sexo desaparece. La intimidad se vuelve tan plena que entonces no hay necesidad de sexo; el amor es suficiente por sí mismo. Cuando llega ese momento, entonces existe la posibilidad de que la veneración aparezca en ti.
Cuando dos amantes están en un amor tan profundo que el amor es suficiente y el sexo simplemente se deja, no porque se haya dejado, no porque se haya reprimido, no. Simplemente ha desaparecido de tu consciencia si dejar siquiera una marca; entonces los dos amantes están en una unidad total... Porque el sexo divide; la palabra misma sexo viene de una raíz que significa división. El amor une, el sexo divide. El sexo es la causa básica de la división.
Cuando tienes sexo con otra persona, mujer u hombre, tú piensas que eso te une. Por un momento eso te da la ilusión de unidad y luego, de repente entra una vasta división. Es por eso que, después de cada acto sexual, una frustración, una depresión aparece. Uno siente que está muy lejos del amado. El sexo divide, y cuando el amor va cada vez más profundamente, no hay necesidad de sexo. Tus energías internas se pueden encontrar sin sexo y puedes vivir en tal unidad".
Osho, Yoga: The Mystery Beyond Mind, charla #8
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El amor es peligroso, el sexo no es peligroso
"Las personas que tienen miedo del amor no tienen miedo del sexo. El amor es peligroso; el sexo no es peligroso, puede ser manipulado. Hay muchos manuales actualmente sobre la manera de hacerlo. Puedes manipularlo; el sexo se puede convertir en una técnica. El amor nunca se puede convertir en una técnica. Si en el sexo tú tratas de mantener el control, entonces incluso el sexo no ayudará a lograr lo supremo. Llegará hasta un cierto punto y tú volverás atras, porque en algún lugar se necesita un abandonarse.
Por eso es que el orgasmo se está volviendo más y más difícil. La eyaculación no es orgasmo, dar nacimiento a los niños no es orgásmico. El orgasmo es la participación de todo el cuerpo: Mente, cuerpo, alma, todos juntos. Tú vibras, todo tu ser vibra, de los pies a la cabeza. Dejas de controlar; la existencia ha tomado posesión de ti, y tú no sabes quién eres. Es como la locura, es como un sueño, es como la meditación, es como la muerte".
Osho, Returning to the Source, charla #10
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El sexo es la fuente
"El sexo te puede dar la respuesta a lo que es la realidad de la vida, porque el sexo es la cosa más viva que hay en ti. La mente es la cosa más muerta que hay en ti y el sexo es la cosa más viva que hay en ti. Por eso es que la mente está siempre en contra del sexo, y la mente siempre quiere suprimirlo. Son enemigos. La mente es una cosa muerta, y el sexo es la fuerza vital; se la pasan peleando. Y, cada vez que te entregas al sexo, la mente se siente frustrada y la mente dice: "esto es algo equivocado. No te entregues a ello otra vez.
La mente se convierte en moralista, la mente se vuelve puritana, la mente se convierte en el cura. La mente no deja de condenar. La mente sigue condenando todo lo que está vivo, y a todo lo que está muerto la mente lo sigue venerando. Y el sexo es la cosa más viva que hay en ti, porque la vida viene por su medio: Tú has nacido por su medio, tú puedes dar nacimiento por su medio. Donde quiera que haya vida, vitalidad, el sexo es la fuente".
Osho, The Supreme Doctrine, charla #14
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Ellos no conocen otra clase de hombre
"Los psicólogos que el amor no es otra cosa que un preámbulo para el sexo. Ellos están en lo correcto, porque no hay otro especimen para estudiar. Ellos te estudian y llegan a concluír que el amor no es otra cosa que un preámbulo, es simplemente crear una situación en la que se pueda dar el sexo, nada más. Por tanto, cuando se ha dado el sexo, el amor desaparece. Es simplemente como cuando tienes hambre, que gravitas en torno a la comida, y miras la comida con ojos de fascinación. Pero, cuando tu hambre ha sido satisfecha, no miras más la comida. Toda la fascianción se ha perdido.
Por tanto, cuando amas a tu esposa o a tu esposo, el amor es sólo un formalismo para entrar en el sexo, porque puede ser muy brusco comenzar... Así que aquél simplemente hace de agente de lubricación. Y cuando es sexo queda satisfecho, el marido se da la vuelta para su lado de la cama y se pone a dormir. Ya ha acabado; todo el encanto se va. Éste volverá nuevamente sólo cuando él sienta una clase de hambre. Los psicólogos dicen que el amor no es otra cosa que un preámbulo, simplemente un formalismo. Y ellos están en lo cierto, porque no conocen otra clase de hombre".
Osho, The Supreme Doctrine, charla #5
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Falsas apariencias sobre la muerte y el sexo
"He dicho que el ser humano tiene miedo tanto del sexo como de la muerte. Por eso es que son tabús. Nadie habla del sexo y nadie habla de la muerte. Mantenemos el silencio en estas dos cosas. Nos hemos mantenido en silencio durante siglos y siglos. Son temas tabú, ni siquiera deberían mencionarse. Cuando se mencionan algo empieza a temblar en nuestro interior.
Parece que hay una profunda represión. Por eso hemos creado palabras substituto. En el mundo occidental no se dice: "Estamos teniendo sexo". Se dice: "Estamos haciendo el amor". Es una palabra substituto, y falsa, porque el amor es una dimensión totalmente diferente. Tener sexo es tener sexo, no es hacer el amor. El amor puede incluír el sexo, pero el amor tiene una cualidad completamente diferente.
Nunca hablamos directamente de la muerte. Si alguien muere, utilizamos palabras substituto. Decimos que se ha ido con el Padre, o que se ha ido al cielo. La muerte no se enfrenta directamente.
Hemos creado muchas falsas apariencias sobre la muerte y el sexo. Si dos personas se van a casar, ni siquiera se menciona el sexo, ¡y se van a casar por el sexo! Hemos creado una gran ilusión respecto al matrimonio, pero el hecho escueto, desnudo, es el sexo. Hemos creado un ritual. un gran ritual con el matrimonio, simplemente para ocultar el hecho. ¿Por qué?
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¿Por qué existe un tabú sólo sobre estas dos cosas? Ellas están profundamente relacionadas. El motivo por el cual están relacionadas es éste: Primero tú naces del sexo, el nacimiento es sexo. Y el nacimiento y el sexo son dos polos de una cosa. En el nacimiento la muerte está oculta. Por eso es que el ser humano se dio cuenta de la profunda relación entre el sexo y la muerte. La mente no puede acontecer sin el sexo, tal como el nacimiento no puede acontecer sin el sexo".
Osho, The New Alchemy: To Turn You On, charla #24
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Tenemos miedo del del sexo
"A menos que la humanidad deje de ser represiva con el sexo, el ser humano no va a poder respirar realmente. Si la respiración va profundamente al abdomen, le da energía al centro sexual. Toca el centro sexual; masajea el centro sexual desde adentro. El centro sexual se vuelve más activo, más vital. La civilización tiene miedo del sexo. No permitimos que nuestros hijos se toquen sus centros sexuales, sus órganos sexuales. Les decimos: "¡Detente! ¡No te toques!
Mira a un niño cuando se toca su centro sexual por primera vez y le dices luego, "¡detente!", y observa luego su respiración.Cuando le dices, "¡detente, no te toques el sexo!", la respiración se volverá superficial inmediatamente, porque no es sólo su mano la que está tocando el centro sexual; en lo profundo la respiración lo está tocando. Y si la respiración sigue tocándolo, es difícil detener la mano. Si la mano se detiene, entonces es básicamente necesario, se requiere que la respiración no toque, que no vaya a lo profundo. Tiene que mantenerse superficial.
Tenemos miedo del sexo. La parte inferior del cuerpo no sólo es inferior físicamente, se ha vuelto inferior como valor. Se ha condenado como 'inferior'. Por tanto no va a lo profundo, permanece superficial simplemente. Es desafortunado que sólo podamos respirar hacia abajo. Si se les permitiera a algunos predicadores, cambiarían todo el mecanismo. Sólo te permitirían respirar hacia arriba, hacia la cabeza. Entonces no sentirías el sexo en absoluto.
Si vamos a crear una humanidad sin sexo, entonces tendremos que cambiar el sistema de respiración. La repiración tiene que ir a la cabeza, al sahasrar, al séptimo centro en la cabeza, y luego bajar a la boca. Éste sería el conducto: de la boca al sahasrar. No tiene que ir abajo a lo profundo, porque abajo es peligroso. Entre más profundamente vayas, más cerca estarás de los estratos profundos de la biología. Alcanzas el centro, y ese centro está precisamente cerca del centro sexual, precisamente cerca. Tiene que ser así, porque el sexo es vida".
Osho, The Book of Secrets, charla #3
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Pasos hacia lo divino
"Por favor, descríbenos el significado espiritual de la energía sexual. ¿Cómo podríamos sublimar y espiritualizar el sexo? ¿Es posible tener sexo, hacer el amor, como una meditación, como un trampolín que lleve a estados más elevados de consciencia?
... Has utilizado las palabras 'sexo' y 'amor'. Normalmente utilizamos ambas palabras como si tuvieran una asociación interna. No la tienen. El amor llega sólo cuando el sexo se ha ido. Antes de eso, el amor es sólo atracción, un preámbulo y nada más. es simplemente una preparación del terreno para el acto sexual. no es más que una introducción al sexo, un prefacio. Por tanto entre más sexo haya entre dos personas, menos amor habrá porque entonces el prefacio no es necesario. Cuando el sexo se convierte en meditación, florece como amor, y este florecimiento es un movimiento hacia lo divino.
No estoy en contra del sexo y no estoy a favor del amor. Todavía tienes que trascenderlo. Medita en ello; trasciéndelo. Por meditar quiero decir que tienes que pasar por ello completamente alerta, atento. No tienes que pasar por ello inconscientemente, ciegamente. Hay en ello una gran dicha, pero puedes pasar por ahí ciegamente y te lo pierdes. Esta ceguera tiene que transformarse; tienes que llegar a tener los ojos abiertos. Con los ojos abiertos, el sexo te puede llevar por el camino de la unidad".
Osho, The Psychology of the Esoteric, charla #3
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Crear meditación a partir del sexo
"Entre más vayas a la meditación mediante el sexo, menos efecto tendrá el sexo. La meditación crecerá a partir de él, y debido a la meditación creciente, se abrirá una nueva puerta y el sexo se irá marchitando. No será una sublimación. Será algo así como hojas secas que caen de un árbol. El árbol nunca se entera siquiera de que las hojas están cayendo. De la misma manera, nunca sabrás siquiera que el impulso mecánico por el sexo se está yendo.
Crea meditación a partir del sexo; haz del sexo un objeto de meditación. Trátalo como un templo y lo trascenderás y serás transformado. Entonces el sexo no estará ahí, pero no habrá ninguna represión, ninguna sublimación. El sexo simplemente se volverá irrelevante, insignificante. Tú has crecido más allá de él. Ahora ya no tiene sentido para ti.
Simplemente es como un niño que crece. Ahora los juguetes no tienen sentido. Él no ha sublimado nada; él no ha reprimido nada. Simplemente ha crecido; ha entrado en la madurez. Ahora los juguetes no tienen sentido. Son infantiles, y ahora el niño ya no es un niño.
De la misma forma, cuanto más medites, menos tendrá el sexo una atracción para ti.Y, poco a poco, espontáneamente, sin un esfuerzo consciente para sublimar el sexo, la energía tendrá una nueva fuente de la cual fluír. La misma energía que ha fluido a través del sexo ahora fluirá a través de la meditación. Y cuando fluye a través de la meditación, la divina puerta se está abriendo."
Osho, The Psychology of the Esoteric, charla #3
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Lee ....
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