sábado, 20 de junio de 2015

Métodos de análisis y contemplación en el budismo




Los métodos de análisis y de contemplación del budismo jamás se proponen construir nebulosos sistemas filosóficos ni aventurarse en especulaciones gratuitas. Pretenden esencialmente librarnos de la confusión mental que es fuente de sufrimiento. Este conocimiento es eminentemente pragmático y conduce a cambios interiores innegables.

Como ha demostrado Roger-Pol Droit en L’oubli de l’Inde, une amnésie philosophique (El olvido de India, una amnesia filosófica), los pensadores occidentales han ignorado el budismo y las otras filosofías orientales durante demasiado tiempo. Daban por sentado que nunca había existido una filosofía seria fuera de Europa. ¿Y por qué no se enseñan las otras filosofías en nuestras escuelas al mismo nivel que la filosofía griega, a la que nada tienen que envidiar?

La literatura budista abunda en tratados de lógica, en teorías de la percepción, en análisis de la realidad del mundo fenoménico en diferentes planos, y en tratados de psicología que estudian hasta en el más mínimo detalle los diferentes tipos de ‘fenómenos mentales’ y otros aspectos de nuestra mente. ¡Qué lejos estamos de la imagen del iluminado que divaga a la sombra de un mango!, expresa Matthieu Ricard, monje budista francés.

“Cuando los pensadores budistas investigan la naturaleza esencial de la realidad no consideran las palabras del Buda como la autoridad última, sino como una clave para ayudarles en su propia investigación, pues la autoridad última ha de apoyarse siempre en la razón y el análisis crítico del individuo. En los sutras, las enseñanzas originales completas del Buda, él mismo dice que sus palabras no han de aceptarse como válidas simplemente por respeto y veneración hacia él, sino que deben examinarse exactamente igual que analizaría un orfebre la pureza y calidad del oro que desea comprar sometiéndolo a diversos tipos de examen”, tal y como lo explica el Dalái Lama (Líder Espiritual de una de las 4 Escuelas Budistas en el Tibet).

“En la psicología occidental se abordaban con cierta seriedad al principio los estados interiores, pero al esforzarse los psicólogos cada vez más en encajar en las filas de los científicos ‘puros’, fueron perdiendo importancia los estados interiores, finalmente desechados como ilusorios, inaccesibles, impotentes e inútiles. Así que los psicólogos modernos tienen cada vez menos capacidad para entender y ayudar a la gente a través de sus propios canales internos. Las personas disfuncionales pueden tener a veces un problema físico que se puede tratar con la medicina física, pero lo más frecuente es que tengan problemas en su mundo interior, problemas en el software que conduce su complejo mente/cuerpo de un modo impropio. Están aprisionadas dentro de ideologías deformadas, envenenadas por emociones negativas, irritadas y asustadas por percepciones falsas, paralizadas por hábitos contraproducentes. Aquí es donde las tradiciones psicológicas tibetanas pueden hacer una aportación vital. Con sus métodos refinados de análisis y modificación del software, pueden ayudar a la reprogramación interna del individuo.

Hay una vasta gama de artes o tecnologías mentales, técnicas de modificación que permiten a los individuos incorporar e integrar el software mejorado. Este es el amplio repertorio de prácticas de meditación. Pero la meditación por sí sola no puede lograr el objetivo. Debe estar apoyada por un estilo de vida sólidamente ético que genere un mínimo de perturbación en el individuo y sus allegados, y un máximo de armonía y energía sustentadora, y debe estar guiado por el entendimiento, por la programación inteligente a través de orientaciones o puntos de vista realistas, lo que los budistas llaman sabiduría”, dice Robert Thurman, doctor en Filosofía.

“Heinrich Zimmer inició en 1950 su libro Philosophies of India con esta declaración: ‘En Occidente estamos a punto de llegar a una encrucijada en la que se vieron los pensadores de la India unos setecientos años antes de Cristo’. Creo que ya hemos llegado a ella: la encrucijada entre la exploración del mundo exterior y del mundo interior de la mente, (en la que) los occidentales no hemos hecho más que empezar.

¿Cómo sabremos lo que es ese conocimiento a menos que lo veamos por nosotros mismos? Este es el reto que los pensadores budistas han planteado a los científicos de la mente occidentales: experimentarlo directamente y ver qué ocurre”.

Por Diana L. Eck
(Dtra. en Filosofía)

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