Hoy voy a recordar la preciosa mente de la iluminación una y otra vez, en todas las actividades del día.
Cada vez que haga algo o empiece una nueva actividad, repetiré las
palabras: “para beneficiar a todos los seres, tengo que alcanzar la
iluminación, y con este propósito voy a hacer esto…
salir de casa; ir al trabajo; llamar por teléfono;
coger el autobús; aparcar el coche; ir al súper; tomar un café; ver la
televisión; darme una ducha; ir al cine; pasear por el campo; echarme
una siesta; ir al baño; navegar en internet; escuchar música; charlar
con los vecinos, etc.
Tengo que llevar la cuenta de cada vez que lo
consigo, anotar los resultados por la noche, regocijarme inmensamente
por esta maravillosa práctica y dedicar los méritos para la felicidad
del mundo.
Si me doy cuenta de que lo he olvidado por completo, que
a pesar de haber tenido esta motivación al principio no me he acordado
de ello ni siquiera una vez en todo el día, no me voy a deprimir por
eso.
Pensaré: “seguramente otras personas han hecho esta práctica
mucho mejor que yo, me regocijo muchísimo por sus méritos y su gran
capacidad y voy a tratar de hacerlo mejor a partir de ahora”.
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