domingo, 9 de marzo de 2014

Una comprensión justa de la meditación


                                                 **Imagen: Detalle de la estupa de Sanchi.

La naturaleza profunda del ser humano es apacible. 
Esto es una realidad que descubrimos progresivamente si el camino espiritual que emprendemos es auténtico. 
Entiendo por auténtico un camino que conduce a cualquier lugar y que lleva al ser humano a encarnar las potencialidades más profundas y nobles de la mente: paz, amor, compasión y sabiduría. 

A primera vista, todo esto puede parecer idealista. Por esta razón, es necesario mantener una relación directa y personalizada con los seres que viven en esta realidad. Esto ha sido -y para mi lo será siempre- el núcleo de mi evolución. 

Dicho esto, el recorrido espiritual no se traza de antemano, se crea a medida que progresamos y conlleva una transformación radical, a poco que la determinación sea fuerte. La indiferencia en el camino no vale.

Según la tradición de la antigua India, “se supone que el buen médico, guía o escolta de la vida, no sólo tiene conocimientos de anatomía y fisiología, sino también de psicología y espiritualidad”. Estas palabras provienen del Charaka Samhita , uno de los tratados más antiguos en medicina india. 
En sánscrito char significa “ser vivo” y aka “totalmente abierto”. En otro tiempo, se consideraba que tener vitalidad y la mente abierta eran dos cualidades esenciales en un médico.
La meditación está relacionada con la espiritualidad, pero conviene explicar qué entendemos por meditación . La experiencia me ha enseñado cómo la palabra en si misma puede ser una fuente de confusiones y errores. El error que se comete más a menudo es confundir la meditación con la reflexión, el análisis o incluso la relajación. 
Podríamos definir la meditación como un proceso para abrir gradualmente la mente o incluso para expandir la conciencia. Meditar significa sencillamente “volver la vista hacia el interior y dejar que la mente repose en sí misma, sin concentrarse en lo que se puede ver”.
Nuestra mente está generalmente cerrada, centrada en el ego, limitada por nuestros condicionamientos (pensamientos, conceptos, emociones, etc.). En la infancia cierto grado de dependencia es bueno, pero ser esclavo de nuestras pasiones según el budismo es casi como ser adicto. El equivalente en griego de la palabra latina pasión es pathos, que también significa enfermedad. 
Como bien decía el maestro budista Shantideva: “Mis enemigas, las pasiones, no son ni valientes ni inteligentes, entonces, ¿cómo han podido hacer de mí su esclavo?”.
Por ejemplo, lo que siempre me asombra de las guerras, actuales y pasadas, es el comportamiento de los humanos para honrar la memoria de los acontecimientos históricos y bélicos. Generalmente, nunca se pone el acento en la necesidad de cambio Honrar la memoria sólo tiene sentido si reconocemos al mismo tiempo la necesidad de un cambio en nosotros. Son cosas inseparables. 
A medida que progresamos en la meditación, la conciencia se libera poco a poco de todas sus ataduras y la mente empieza a abrirse cada vez más y a descubrir su verdadera naturaleza. Tradicionalmente, se utiliza la imagen de la flor de loto que se abre al espacio y a la luz. 
También se recoge la metáfora del cielo y las nubes para explicar que solemos quedarnos atrapados entre las nubes, y que sumidos en su opacidad y turbulencias nos parecen que son la realidad del cielo. Las nubes representan simbólicamente los pensamientos, las emociones y los diferentes estados que podemos experimentar, o hasta los sueños agradables, neutros y desagradables que podemos tener mientras dormimos. El problema es entonces que la conciencia se identifica con esos estados o con las diferentes perturbaciones. 

Meditar, en una primera fase, consiste en situarse por encima de las nubes, en un espacio cada vez más amplio y luminoso. Nuestros contenidos mentales no se niegan ni se reprimen, simplemente se ven por lo que son, ya no nos identificamos con ellos y no nos quedamos atrapados por ellos como suele ocurrir generalmente.
 
Esta primera etapa de la meditación constituye la práctica de la calma mental, shine en tibetano o shamatha en sánscrito.

CURACIÓN Y MEDITACIÓN. Reflexiones de un médico budista del Dr. Daniel Chevassut. Recientemente publicado por Ediciones Dharma.

http://edicionesdharma.com/libros-dharma/curacion-y-meditacion-detail


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